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Strategy: A History QUOTES

165 " Una organización capaz de beneficiarse de la experiencia y de la perspicacia de todos sus miembros estaría en una disposición mucho mejor que cualquier otra en la que todo el proceso hubiera estado a cargo de una dirección ejecutiva únicamente. Después de la crisis financiera de 2008, lamentó las consecuencias de la «devaluación de las empresas-comunidad, la devaluación del sentido de pertenencia de la gente para integrarse y ocuparse de algo más grande que ellos mismos». Los seres humanos son animales sociales que no «pueden funcionar efectivamente sin un sistema social que sea más amplio que nosotros mismos». Las comunidades son «el pegamento social que nos une para obtener un bien superior». Las compañías más admiradas se las arreglaban para crear este sentido de comunidad, y con este fin Mintzberg citó un artículo del presidente de Pixar (una compañía de películas animadas) que atribuía el éxito de su estudio a su «vibrante comunidad, donde las personas con talento son leales las unas para con las otras y para con su trabajo colectivo, donde todo el mundo siente que es parte de algo extraordinario, y su pasión y sus logros hacen de la comunidad un imán para la gente con talento que sale de las instituciones académicas o trabaja en otros lugares».[2] En vez de insistir en la famosa formulación del liderazgo heroico y egocéntrico, se hacía necesaria una forma alternativa «personalmente comprometida con los demás, de modo que todos y cada uno de los implicados pudiera ejercer la iniciativa». Esto exigía recortar «el comportamiento individualista y muchas de sus medidas cortoplacistas, en favor de prácticas que promueven confianza, compromiso y colaboración espontánea, todo ello dirigido a la sostenibilidad».[3] "

Lawrence Freedman , Strategy: A History

167 " Que las decisiones derivadas del Sistema 1 sean buenas dependería de la calidad y la relevancia de la información interiorizada. Como en otros aspectos, los instintos pueden ser a menudo guías fiables, pero el deseo de creer algo puede a veces anular las mejores intenciones. Las decisiones y elecciones instintivas tienen características que pueden limitar su efectividad. En primer lugar, el Sistema 1 utiliza atajos mentales, convirtiendo nuevas situaciones en algo familiar con el fin de aprovechar experiencias y conocimientos acumulados y relevantes. Esto es lo que ocurre cuando hay mucho en juego.[46] En segundo lugar, aunque puede invertirse mucho esfuerzo del Sistema 2 en las decisiones en las que hay mucho en juego, esto podría deberse únicamente a que se están buscando pruebas o razonamientos que apoyen lo que se ha considerado intuitivamente correcto desde el principio.[47] Tercero: lo normal es pensar a corto plazo y con cuestionamientos inmediatos. Kahneman observó que «preocuparse únicamente del largo plazo puede ser prescriptivamente estéril, porque el largo plazo no es donde se vive la vida». En el curso de un conflicto hay respuestas al «dolor de las pérdidas y al arrepentimiento por los errores».[48] En este sentido, los primeros enfrentamientos y sucesos de nuestra historia fueron los importantes, porque probaron la fiabilidad del marco inicial y esos contextos y situaciones servirían para enmarcar otros contextos y situaciones semejantes en el futuro. "

Lawrence Freedman , Strategy: A History

177 " John Kay apuntó en un artículo muy escéptico que «probablemente el sentido más habitual en el que se emplea la palabra “estrategia” hoy en día es como sinónimo de “caro”».[19] La proliferación de estrategias se había desarrollado de un modo vertical, en forma de actividades subsidiarias de distintos niveles, y de modo horizontal, en una serie de prescripciones tanto procedimentales como teóricas para mantener la relación con el contexto. Los ochenta y los noventa trajeron una deslumbrante secuencia de grandes ideas, la aparición de gurús como Peters y Hamel, y el advenimiento y caída de la BPR. Como resultado, se abrió un nuevo campo de investigación en torno a la proliferación de modas y tendencias de administración de empresas. Su abundancia y variedad, la publicidad que las rodeaba y su escasa vida propiciaban cierto asombro: ¿por qué se lo estaban tomando con tanta dedicación?[20] Al consumidor de teorías de administración de empresas no se le planteaba un paradigma dominante, sino más bien una cacofonía incoherente, pistas de claves únicas para el éxito a las que se podía acceder comprando tal o cual libro, asistiendo a un seminario o —lo mejor de todo— firmando un contrato de consultoría. Las ideas se propagaban rápidamente, amontonándose unas sobre otras, lo banal con lo complejo, las perspectivas auténticas con las proposiciones improbables, y mezclando análisis con generalizaciones dudosas. Había varias razones que explicaban este fenómeno. Los gurús ayudaban a los directivos a dar sentido a un mundo incierto y proporcionaban un cierto grado de predictibilidad. También ofrecían una autoridad externa que contribuía a legitimizar lo que los ejecutivos estaban llevando a cabo. Incluso los escépticos se ponían nerviosos, por si se estaban perdiendo algo importante, o por si se daba a entender que estaban ignorando fenómenos importantes. La sucesión de modas y tendencias debería haber sugerido que el resultado podría ser cínico o incluso aleatorio, pero siempre había la posibilidad de un verdadero avance, como si una sección más elevada de los ejecutivos estuviera realmente al mando. Si era así, el directivo consciente al menos debería prestar atención.[21] Tampoco era exacto que todas las ideas fueran inútiles.[22] Desde que Drucker introdujo por primera vez la gestión por objetivos, se habían introducido ciertas técnicas que pudieron considerarse en un momento dado como una moda, pero que ahora se consideraban generalmente muy útiles, tales como el análisis SWOT, la matriz Boston o los «círculos de calidad». En el caso de la BPR el problema estaba en el excesivo radicalismo, que exigía demasiado a la vez y exageraba los beneficios. Después de los años ochenta, era rara la compañía que no decía aspirar a la excelencia y la calidad, al tiempo que pretendía animar la iniciativa local. "

Lawrence Freedman , Strategy: A History