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" El método de Porter podía ser criticado por ser deductivo. Tenía muchísimos ejemplos de tácticas utilizadas por empresas que buscaban una diferenciación del producto o que intentaban levantar barreras, pero solo eran ilustraciones de proposiciones derivadas de su teoría. Algunas de sus cláusulas principales sobre las estrategias generales y la idea de que era mejor concentrarse en la posición del mercado frente a la eficiencia operativa no parecían ajustarse a la realidad. Como con todos los teóricos estructuralistas, la tendencia era asumir que la «estructura» (o sistema en el que se desarrollaba el juego) tenía «una importante influencia a la hora de determinar las reglas competitivas del juego, así como las estrategias potencialmente disponibles para la empresa».[19] En la práctica, el mercado era menos rígido y seguro que lo que suponía la teoría, y más susceptible de ser transformado por estrategias verdaderamente imaginativas. Un rasgo sorprendente del enfoque de Porter radicaba en sus implicaciones políticas. No era un asunto al que se refiriera explícitamente, pero, como apuntó Mitzberg: «Si los beneficios realmente residen en el poder que se tenga sobre el mercado, entonces habrá claramente distintos modos económicos de generarlos».[20] Lo más cerca que estuvo Porter de establecer una relación entre la posición competitiva y la asistencia gubernamental fue cuando apuntó que los gobiernos «pueden limitar o incluso impedir de antemano la entrada de empresas nuevas (extranjeras o no) en sectores industriales con controles tales como requisitos de licencias y limitaciones de acceso a las materias primas». El territorio clave donde se desarrollaba esta batalla era el de la legislación antimonopolio. Porter conocía muy bien el tema, y apuntó que las compañías sometidas a las restricciones antimonopolio podían en algunos casos no sentirse capaces de responder a los intentos de los competidores por hacerse con una pequeña cuota del mercado, o por el contrario algunas grandes empresas podían entablar batallas judiciales en el terreno privado para acosar a los pequeños competidores.[21] Porter estudió este tema en su segundo libro Competitive Advantage (Ventaja competitiva), donde apuntaba que esos pleitos podían ejercer presión financiera sobre los competidores. También explicaba en este libro que las «barreras de entrada» a un mercado podían levantarse o relajarse más de lo que pudiera ocurrir en circunstancias normales, empleando métodos tales como la firma de acuerdos exclusivos con otros mercados para marginar a la competencia, forzar a los suministradores e incluso trabajar en coalición con otras firmas establecidas.[22] Además, apuntó que había una serie de actividades que estaban prohibidas por la legislación antimonopolio, pero que se ganaron en los tribunales. Porter insistía en que apoyaba la legislación antimonopolio,[23] pero también ocurría que había un cierto grado de incertidumbre en algunas partes de la legislación, sobre todo en cuanto al rigor con el que debería emplearse en determinados casos, a menudo dependiendo de las circunstancias económicas. Esta incertidumbre era un problema fundamental para el estratega, porque lo que podía parecer una acción aceptable en un momento dado se convertía en inaceptable al momento siguiente. "
― Lawrence Freedman , Strategy: A History
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" En la antigua Grecia, la distinción genérica más importante era la que se establecía entre comedia y tragedia. No era una distinción entre lo alegre y lo triste, o lo divertido y las desgracias, sino entre distintos modelos de resolver los conflictos.[37]Puede que el conflicto no sea entre personajes contrapuestos, sino entre un individuo y la sociedad. La comedia se resuelve de un modo satisfactorio y los principales personajes miran al futuro con confianza y alegría; la tragedia acaba con malas perspectivas —sobre todo para el personaje principal, que es responsable habitualmente de su propia desgracia—, incluso aunque la sociedad en su conjunto recupere una parte de su equilibrio. Cuando se forja una relación nueva y positiva entre la sociedad y el protagonista, eso es comedia; cuando el protagonista intenta cambiar el statu quo y sale derrotado, eso es tragedia. El dramaturgo sabe desde el principio si está escribiendo una comedia o una tragedia; el estratega espera que sea una comedia, pero se arriesga a diseñar una tragedia. "
― Lawrence Freedman , Strategy: A History
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" «La stratégique se define propiamente como “el arte del capitán” para manejar y utilizar adecuadamente y con destreza todos los medios del mando militar de que disponga, para mover todos los elementos subordinados y para aplicarlos con éxito». Hacia 1777 apareció la palabra alemana Strategie en una traducción de su obra. Joly de Maizeroy describía la estrategia como un arte sublime (un epíteto que también utilizó en su momento Guibert) y que guardaba más relación con la inteligencia y la razón que con unas reglas concretas. Había mucho que analizar al respecto: «Con la idea de organizar planes, la estrategia estudia las relaciones entre el tiempo, las posiciones, los medios y los distintos intereses, y analiza cada factor detenidamente (...) lo cual es tanto como hablar de dialéctica, es decir, razonamientos, que es la facultad más elevada de la mente».[7] El término comenzaba entonces a adquirir significados más amplios, aportando la idea de pensamiento deliberado y calculado en un terreno que antes se caracterizaba precisamente por su ausencia. "
― Lawrence Freedman , Strategy: A History