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" Al tocar la llama los receptores del dedo estimulan neuronas sensoriales que conducen el mensaje de dolor a la médula espinal, donde lo recogen las interneuronas y lo transmiten a las motoras. Estas activan los músculos del brazo, que retiran la mano de la llama. Al mismo tiempo, es enviado un mensaje de dolor al cerebro, el cual también puede transmitir mensajes de activación o inhibición a las neuronas, contribuyendo así a la regulación superior del arco reflejo.
Por ejemplo, sin ser ningún faquir, un servidor es capaz de pasar un dedo por la "queimada gallega" y aguantar la llama en él a modo de antorcha, cuando se lo propone, es decir, ¡si la ocasión lo merece: está oscuro, el público es impresionable...! "
― , Psicología del aprendizaje: Principios y aplicaciones conductuales
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" Sucede que en las personas también una alabanza verbal, el olor de una barbacoa o un billete de 500 € -sobre todo este último- constituyen refuerzos altamente eficaces, pese a que no reducen directamente por sí mismos ninguna necesidad biológico. Hablamos de refuerzos secundarios, que han adquirido valor incentivo mediante su asociación con alguno primario. Pensemos, por ejemplo, en la expresión "¡bien, muy bien!" dicha a personas e incluso a algunos animales. En sí misma no resultaría reforzante, si no fuera porque a lo largo de sus vidas han recibido muchas veces, desde los primeros momentos de su desarrollo, una caricia, una sonrisa, una golosina y otros refuerzos primarios por el estilo a la vez que les decían la frase. Así es que esta expresión (para los hispanohablantes, que no para los suahijihablantes) acaba adquiriendo valor reforzante por asociación con esos refuerzos innatos. "
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" La aversión adquirida a sabores se inició con la observación de la "vergüenza-al-cebo" de los ratones domésticos (...), que si se encuentran con alimento de "sabor especial" (cebo envenenado) suelen consumirlo en pequeñas dosis, y si a continuación enferman pero no sucumben en el intento, nunca más "pican": ¡no vuelven a probar bocado de semejante delicioso manjar, por traidor!
Es más, dada su tendencia natural a multiplicarse exponencialmente y, por tanto, a necesitar cada vez mayor acopio de subsistencias, algunas colonias de roedores están dispuestas a zamparse casi todo lo que pillan (...) y corren serios riesgos al ingerir nuevos alimentos con los que les falta experiencia respecto a su salubridad. Vamos, que hacen bueno el dicho de que "lo que no mata, engorda". Lo malo es que hay alimentos que matan, pese a su aspecto y sabor más o menos apetitoso. Algunas colonias adoptan probadores oficiales, especializados en catar los manjares nuevos, y según cómo les vaya a ellos, comen o no los demás. Dicho sea de paso, los probadores suelen ser adultos, ¡machos! Al fin y al cabo, si "la palman", tampoco se pierde gran cosa. Ponen a otros en su lugar, y aquí no ha pasado nada. "
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" Cuando no se puede aplicar inmediatamente un refuerzo primario, una forma de mitigar la influencia contraproducente de su demora es manejar refuerzos secundarios inmediatos o marcar la respuesta instrumental mediante el lenguaje. Imaginemos una leona que acaba de hacer un salto excepcional atravesando con gran precisión un aro de fugo en una exhibición circense, que al domador le interesaría reforzar, como es natural. No quedaría elegante (y además interrumpiría la dinámica de la exhibición, que debe continuar) darle inmediatamente una posta de carne como recompensa. Sin embargo, se pueden manejar, por ejemplo, claves verbales inmediatas (¡¡¡eso es, bravoooo!!!) que funcionen como refuerzos secundarios, porque antes se han asociado con comida; o que al menos sirvan para marcar la conducta merecedora del refuerzo que se dispensará al final del espectáculo lo antes posible, fuera ya de la vista del público. "
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" Pongamos por caso, una vaca especialmente beligerante que ronda con insistencia nuestra tienda en una acampada libre, casi nunca es vista desde el mismo ángulo, a la misma distancia, con la misma luz, etc. Sin la tendencia a generalizar sólo podríamos aprender las propiedades ligadas a cada estímulo concreto mediante la experiencia directa con él, lo que no resultaría muy práctico. Los elementos parecidos suelen tener consecuencias similares. (....)
Si nuestra tienda ha sido embestida una vez por la vaca de marras, en el futuro procuraremos ponernos a salvo en cuanto volvamos a verla acercarse, aunque sea a mucha distancia y ni parezca aún la misma; e incluso cuando veamos que se acerca cualquier otro objeto con rabo, cuernos y cuatro patas que le llegan al suelo; probablemente alguna "colega" de la belicosa. "
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" Cuando un niño se pone especialmente zalamero al llegar la abuela de visita a casa, probablemente en bastantes casos sea porque en el pasad ese comportamiento le ha proporcionado numerosos obsequios: la abuela se ablanda aún más que de costumbre al ver así de meloso a su nieto.Si ese es el caso, sin duda se trata de una manifestación de amor verdadero, pero también algo interesado, que se dispara en presencia de la abuela, para conseguir regalos extras. Esperemos que ella no se sienta reducida a un mero EC+. Aunque si no se trata de alguien que lea cosas tan extrañas como la que tiene el lector entre manos no sabrá de qué estamos hablando, si lo supiera seguro que preferiría ser el ER que el niño se esfuerza en obtener, como tal, más que el EC+. Dicho lisa y llanamente: habría preferido que el nieto la quisiera por ella misma, más que por los regalos que le da. Pero como la realidad cotidiana generalmente es bastante más compleja que las situaciones de laboratorio, esperemos que la abuela sea las dos cosas a la vez: señal de refuerzos y recompensa en sí misma o, aunque ella no lo sepa expresar de esta guisa críptica, EC y ER.
El caso es que en la medida en que funciona como señal que desencadena en el niño el comportamiento encaminado a conseguir regalos actúa de estímulo facilitador, no como refuerzo. De ser así, seguro que el niño hace menos carantoñas a aquellos familiares que, maniobre como maniobre el angelito, nunca tienen un detalle con semejante inocente criatura, por más que le quieran. Obsequiar con cariño está muy bien, pero nuestro protagonista parece que agradece de manera muy especial otros detalles más tangibles, ¿quién no? "
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