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" Se me partía el corazón, así que en un descuido de Tata María abrí la ventana y temblando de frío, o quien sabe de qué, grité: —¡Espérame, Gavrila, espérame…! Y me esperó tanto que todavía está ahí, con su mano levantada, saludándome. En ese tiempo, en ese lugar indefinible donde se guarda lo más profundo y, quizá, lo más inexplicable de la memoria. "
― Ana María Matute , Paraíso inhabitado
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" Ya no temblaba. No sentía. Todo huía de mí, como los pájaros de Andersen, hacia las Tierras Calientes. No podía llorar, y me tendí suavemente en el suelo mientras oía, o creía oír, el despacioso vaivén de la puerta del pasillo, perdiendo fuerza. Y un campanilleo medio sofocado por el silencio, el silencio que iba repitiendo una voz sin sonido: «Ven, ven, ven…». Fue la primera vez que me morí. "
― Ana María Matute , Paraíso inhabitado