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" Alicia en el mundo del espejo", pensé, más de una vez, contemplándome en él, desnuda y desolada con un gran deseo de atravesar su superficie, que parecía gelatinosa. Tristísima imagen aquella -la mía-, de ojos asustados, que era, tal vez, la imagen misma de la soledad. "
― Ana María Matute , Primera memoria
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" Desde aquella altura ya no se distinguia la lucecilla de la casa de Malene, a quien recordé vivamente, en un momento. Es decir más que a ella misma, a su cabello. (Un dia, junto al muro de su casa, mientras ella sacaba agua del pozo, la contemplé de espaldas, inclinada. El cabello se le habia soltado. Era una mata de cabello espeso, de un rojo intenso, llameante, un rojo que podía quemar, si se tocase. Más fuerte, más encendido que el de su hijo Manuel. Era un hermoso cabello liso, cegador bajo el sol). "
― Ana María Matute , Primera memoria
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" Antes de saber leer, los libros eran para mí como bosques misteriosos. Me acuciaba una pregunta: ¿cómo era posible que de aquellas páginas de papel, de aquellas hormiguitas negras que la surcaban se levantara un mundo ante mis ojos, mis oídos y mi corazón de niña? ¿Qué clase de magia, de sortilegio era aquel que sobrepasaba cuanto yo vivía y cuanto vivía a mi alrededor?
Después, cuando ya había aprendido a descifrar esos signos misteriosos, la primera vez que leí la palabra "bosque" en un libro de cuentos, supe que siempre me movería dentro de ese ámbito. Toda la vida de un bosque -misterioso, atractivo, terrorífico, lejano y próximo, oscuro y transparente- encontraba su lugar sobre el papel, en el arte combinatoria de las palabras. Jamás había experimentado, ni volvería a experimentar en toda mi vida, una realidad más cercana, más viva y que me revelara la existencia de otras realidades tan vivas y tan cercanas como aquella que me reveló el bosque, el real y el creado por las palabras. "
― Ana María Matute
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" En ocasiones, cuando se embriagaba, Sikrosio decía cosas extrañas. Señalaba al Norte, y murmuraba: «De la Selva, llega el misterio». Indicaba después hacia el Este: «De la Estepa, la
destrucción, el fuego, la muerte...». Luego, volvíase hacia el Sur: «Del otro lado de las Lisias, el sueño, lo imposible..., y la mentira». Por fin, con voz donde latía una misteriosa tristeza, señalaba a Occidente: «Y de más allá de las tundras, el olvido». "
― Ana María Matute , Olvidado rey Gudú