Home > Work > Sólo un pie descalzo
1 " Las lágrimas que no vertía ante los demás fueron rodeando poco a poco su corazón, puesto que caían hacia dentro. Formaron una cobertura, como una urna de cristal, que lo separaba y protegía. Y fue alejándolo también, cada vez más, de cuanto la rodeaba. "
― Ana María Matute , Sólo un pie descalzo
2 " И като си помисля, че има хора толкова глупави, че излизат на терасите да наблюдават слънчевите затъмнения с опушени стъкла, за да видят две и половина глупости, след като имат възможността всеки ден да съзерцават нещо толкова прекрасно като изгрева на слънцето! "
3 " Gabriela distinguió y reconoció en esta luz una música que encendía en su mente y en su corazón cada vez que ella se descalzaba y entraba en sus sueños. Allí había un bosque, y en el bosque un Viejo Roble. Y, como otro libro, el Viejo Roble se abrió y ella vio su interior. "
4 " Gabriela distinguió y reconoció en esta luz una música que encendía en su mente y en su corazón cada vez que ella se descalzaba y entraba en sus sueños. Allí había un bosque, y en el bosque un Viejo Roble. Y, como otro libro, el Viejo Roble se abrió y ella vio su interior. Dentro la niebla se espesaba: creyó ver moverse criaturas, como sombras; y oír confusos rumores. Al fin distinguió, fugaz, un pedazo del mar que ella tanto amaba, luego una isla que ella conocía por haberla soñado o quizá sólo por haberla deseado. Y al fin, entre voces confusas que no podía retener, brotaron olas de viento y de música. Luego reconoció el vuelo de muchos pájaros de colores. Tantos colores como el arco iris, o como los libros que se alineaban en la Biblioteca de papá. "
5 " No era una región triste, como por un momento había creído. Inspiraba un sentimiento parecido al que despierta oír, a lo lejos y en la noche, la sirena de un barco que se adentra en el mar. El aire de aquella región estaba invadido por miles de chispas luminosas, que se encendían y apagaban sin cesar, como misteriosos guiños, de acá para allá. Flotaban en el aire y, aunque se encendían y apagaban casi al mismo tiempo, había tantas, que todo estaba lleno de su inquieto centelleo. Todo brillaba y, a la vez, permanecía en la penumbra. A Gabriela le vino el recuerdo de aquellos destellos, igualmente fugaces y deslumbrantes, que en el Cuarto de Mamá despedían los frasquitos de cristal, los espejos y las piedras de sus brazaletes y collares. Era como si allí habitaran millares de minúsculas mariposas de luz, danzando en el aire, persiguiéndose, chocando unas con otras. Cuando sus ojos fueron habituándose al torbellino de aquel enorme enjambre, Gabriela distinguió un gran espejo, redondo, bordeado por un marco. Pero la superficie del Espejo no brillaba: estaba enteramente cubierta por una capa de polvo, y nada se reflejaba en él. Ni siquiera las nubes de chispas luminosas que casi la habían cegado lograban arrancarle un destello.Los lápices-enanitos patinaban ahora sobre la superficie llena de polvo, donde sus huellas comenzaban a marcarse, como las estrías que van dejando tras sí los trineos, los patinadores o los esquiadores. Pero éstas eran caminillos brillantes, despedían luz, y el polvo que brotaba tras ellos se levantaba alto, y a su vez se convertía en una especie de niebla dorada. Gabriela se dio cuenta entonces de que los lápices-enanitos no trazaban caminos caprichosos, ni patinaban sólo para divertirse, sino que escribían algo. Poco a poco fue descifrando aquellas palabras, y al fin pudo leer cómodamente que los lápices-enanitos traían recuerdos al Espejo de parte de Homolumbú, anunciaban la visita de Gabriela y por último se presentaban ellos mismos. Para esto, cada uno escribía su nombre, como era su costumbre. Después ya no pudo entender nada más, porque, con tanto ir y venir, el polvo había desaparecido casi completamente. Entonces, los lápices-enanitos, que todo lo hacían a un tiempo, y muy rápidamente, se precipitaron sobre un paño que había en el suelo y con él terminaron de limpiar la superficie del Espejo. Ahora se veía lo hermoso que era; parecía un lago, y tenía el mismo resplandor del agua bajo la luna llena.Precisamente, aquella noche la Luna aparecía completamente redonda en el cielo. Acababa de asomar tras la única ventana abierta (porque tenía un batiente medio desprendido), y por un momento Gabriela no supo quién era la Luna y quién era el Espejo. Casi se confundían. Pero no tardó mucho en distinguirlos: en lugar de las conocidas manchas de la Luna, el Espejo estaba cruzado de arriba abajo por una larga cicatriz. "
6 " Entonces, aquel feo insecto llamado Resentimiento, que un día – ya lejano – se posó en su corazón, emprendió el vuelo y se alejó para siempre. En el mismo instante, el cristal que rodeaba y aislaba el corazón de Gabriela estalló, y saltó en miles y miles de pedazos. Desapareció, como un enjambre de pequeños destellos, entre la lluvia. Pero los grillos y las luciérnagas aseguran que los vieron volar, hacia el Corazón del Bosque. Quizás aún están allí. "