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" No es que sea malvada, es que sencillamente no veo el tsunami que está a punto de arrastrar mi vida porque yo misma soy el tsunami. Y Bebé rock está tan enamorado del tsunami que intenta a toda costa contenerlo y su amor es tan magnánimo que lo logra por momentos. Luego vuelvo a coger impulso y quiero arrasar con todo, y él buenamente se interpone de barrera y me contiene y se ahoga conmigo a veces, tanto en mi tormenta como en el alcohol. La única manera de sobrevivir a un tsunami es estando borrachos la mayoría del tiempo. Nos enfrascamos en una relación en la que todo es euforia de noche, drama de madrugada y reconciliación y guayabo de día. Y así atravesamos uno, dos, tres años: Bebé rock conteniéndome, yo emborrachándome, y siéndole infiel porque en el fondo sé que su primer amor es su mamá y que la relación de codependencia con ella es mucho más fuerte que la que tiene conmigo, razón por la cual nunca voy a poder tenerlo solo para mí "
― Margarita Posada Jaramillo , Las muertes chiquitas
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" Es difícil extrañarse a uno mismo, tanto en la depresión como en el día a día, cuando las pastillas comienzan a hacer efecto y uno de todas maneras puede percibir que tiene mucho más sueño del normal, o que no puede concentrarse con la facilidad de antes. Son detalles muy nimios si los contraponemos a la muerte, pero que de un modo u otro nos hacen ser quienes somos. Es difícil reconocerse luego de una depresión, entender que uno fue ese ovillo, y luego esa persona que tiene mermadas sus emociones porque tendemos a creer que nuestras facultades solo están en su cien cuando estamos en la cresta de la ola. Es difícil aceptar que después de una depresión uno jamás va a ser el mismo, pero es aún más difícil aceptar que nuestra esencia no está en la cresta de la ola. Aprender a estar en ese lugar al que yo llamo neutro, por no decir aburrido, es aprender a tener la sobriedad mental suficiente para no encaramarse allá arriba y entender la felicidad desde un remanso mucho más tranquilo que la tormenta y las emociones intensas. Me atrevo a decir que la depresión es como cualquier adicción: no se puede sanar a punta de fuerza de voluntad. Mientras más aversión, más sucumbimos. Un episodio de depresión se parece a una gran borrachera, a un atracón de comida, a una inyección de heroína. Poco o nada de lo que hacemos y pensamos deprimidos tiene sentido. "
― Margarita Posada Jaramillo , Las muertes chiquitas