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" I listen to our two children playing in the backseat. Their games have become more vivid, more complex, more convincing. Children have a slow, silent way of transforming the atmosphere around them. They are so much more porous than adults, and their chaotic inner life leaks out of them constantly, turning everything that is real and solid into a ghostly version of itself. Maybe one child, alone, by himself, cannot modify the world the adults around him or her sustain and entertain. But two children are enough--enough to break the normality of that world, tear the veil down, and allow things to glow with their own, different inner light. "
― Valeria Luiselli
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" Why did you come to the United States? Perhaps no one knows the real answer. I know that migrants, when they are still on their way here, learn the Immigrant’s Prayer. A friend who had been aboard La Bestia for a few days, working on a documentary, read it to me once. I didn’t learn the entire thing, but I remember these lines: “Partir es morir un poco / Llegar nunca es llegar”—“To leave is to die a little / To arrive is never to arrive.” I’ve had to ask so many children: Why did you come? Sometimes I ask myself the same question. I don’t have an answer yet. Before coming to the United States, I knew what others know: that the cruelty of its borders was only a thin crust, and that on the other side a possible life was waiting. I understood, some time after, that once you stay here long enough, you begin to remember the place where you originally came from the way a backyard might look from a high window in the deep of winter: a skeleton of the world, a tract of abandonment, objects dead and obsolete. And once you’re here, you’re ready to give everything, or almost everything, to stay and play a part in the great theater of belonging. In the United States, to stay is an end in itself and not a means: to stay is the founding myth of this society. To stay in the United States, you will unlearn the universal metric system so you can buy a pound and a half of cooked ham, accept that thirty-two degrees, and not zero, is where the line falls that divides cold and freezing. You might even begin to celebrate the pilgrims who removed the alien Indians, and the veterans who maybe killed other aliens, and the day of a president who will eventually declare a war on all the other so-called aliens. No matter the cost. No matter the cost of the rent, and milk, and cigarettes. The humiliations, the daily battles. You will give everything. You will convince yourself that it is only a matter of time before you can be yourself again, in America, despite the added layers of its otherness already so well adhered to your skin. But perhaps you will never want to be your former self again. There are too many things that ground you to this new life. Why did you come here? I asked one little girl once. Because I wanted to arrive. "
― Valeria Luiselli , Tell Me How It Ends: An Essay in Forty Questions
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" Algunos periódicos anuncian la llegada de los niños indocumentados como se anunciaría una plaga bíblica: ¡Cuidado! ¡Las langostas! Cubrirán la faz de la tierra hasta que no quede exento ni un milímetro —estos amenazantes niños y niñas de piel tostada, de ojos rasgados y cabellera de obsidiana. Caerán del cielo, sobre nuestros coches, sobre nuestros techos, en nuestros jardines recién podados. Caerán sobre nuestras cabezas. Invadirán nuestras escuelas, nuestras iglesias, nuestros domingos. Traerán consigo su caos, sus enfermedades contagiosas, su mugre bajo las uñas, su oscuridad. Eclipsarán los paisajes y los horizontes, llenarán el futuro de malos presagios y colmarán nuestra lengua de barbarismos. Y, si dejamos que se queden aquí, a la larga, se reproducirán.
Leemos periódicos, revisamos páginas de internet, escuchamos la radio y tratamos de responder a las preguntas de nuestra hija. Nos preguntamos si las reacciones de la gente serían distintas si, por ejemplo, estos niños fueran de un color más claro, si fueran de “mejores” nacionalidades y genealogías más “puras”. ¿Los tratarían más como personas? ¿Más como niños? "
― Valeria Luiselli , Tell Me How It Ends: An Essay in Forty Questions
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" Al escucharlos ahora, de pronto comprendo que son ellos quienes cuentan la historia de los niños perdidos. La han venido contando desde el principio, una y otra vez, en el asiento trasero del coche, durante las últimas tres semanas. Pero yo no los había escuchado con la antelación suficiente. Y tampoco los había grabado lo suficiente. Tal vez las voces de mis hijos son como aquellos cantos de aves que grabó Steven Feld con ayuda de mi esposo, y que funcionan como ecos de personas fallecidas. Sus voces, la única forma de oír otras voces inaudibles: voces de niños que ya no pueden oírse porque esos niños ya no están. Ahora me doy cuenta, quizá demasiado tarde, de que los juegos y las representaciones de mis hijos en el asiento de atrás tal vez sean la única manera de contar realmente la historia de los niños perdidos, una historia sobre los niños que desaparecieron en su viaje hacia el norte. Tal vez sus voces sean la única forma de registrar las huellas sonoras, los ecos que los niños perdidos han dejado a su paso. "
― Valeria Luiselli , Lost Children Archive
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" ¿Qué significa "refugiado", mamá? (...)
(...) Supongo que alguien que está huyendo no es, todavía, un refugiado. Un refugiado es alguien que ya llegó a algún lugar, a un país extranjero, pero debe esperar por un tiempo indefinido antes de llegar del todo. Los refugiados esperan en centros de detención, refugios o campos; bajo custodia federal y muchas veces vigilados de cerca por guardias armados. Hacen largas filas a la espera de comida, de una cama donde dormir; esperan con la mano levantada para preguntar si pueden usar el baño. Esperan para que los dejen salir, esperan para hacer una llamada telefónica, esperan a que alguien los reclame o venga a buscarlos. Y luego hay refugiados que tienen la suerte de reunirse por fin con sus familias, de vivir de nuevo en una casa, en una ciudad. Pero incluso ellos esperan. Esperan la orden de presentarse en el tribunal, esperan la decisión de la corte -deportación o asilo-. Esperan a que una escuela los admita, a que les salga un trabajo, a que un doctor los reciba. Esperan visas, documentos, permisos. Esperan alguna señal, instrucciones, y luego siguen esperando. Esperan que se les devuelva la dignidad. "
― Valeria Luiselli , Lost Children Archive
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" Experimentamos el tiempo de manera distinta. Nadie ha logrado captar realmente lo que sucede ni por qué. Tal vez es sólo que sentimos la ausencia de futuro, porque el presente se ha vuelto demasiado abrumador y por tanto se nos ha hecho imposible imaginar un futuro. Y sin futuro, el tiempo se percibe nada más como una acumulación. Una acumulación de meses, días, desastres naturales, series de televisión, atentados terroristas, divorcios, migraciones masivas, cumpleaños, fotografías, amaneceres. No hemos entendido la forma exacta en la que ahora se experimenta el tiempo. Y quizás la frustración del niño al no saber qué fotografiar, o cómo encuadrar y enfocar las cosas que observa desde el coche, mientras atravesamos este paisaje extraño, sea simplemente un signo de cómo nuestras maneras de documentar el mundo resultan insuficientes. Tal vez si encontramos una nueva manera de documentarlo empezaremos a entender esta nueva forma de experimentar el tiempo y el espacio. Las novelas y las películas no logran captarlo del todo; tampoco el periodismo; la fotografía, la danza, la pintura y el teatro no lo captan; la biología molecular y la física cuántica tampoco, desde luego. No hemos entendido cómo es que existe el tiempo y el espacio en nuestros días, como los experimentamos realmente. Y hasta que encontremos una forma de documentarlos, no los entenderemos. Le digo al niño: Sólo tienes que encontrar tu propia forma de entender el espacio, para que el resto de nosotros nos sintamos menos perdidos en el tiempo. "
― Valeria Luiselli , Lost Children Archive