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" ... el papá que volvía de una misión en lo más hondo de Asia, cargado de regalos (perlas y sedas chinas, pequeñas esculturas de marfil y de ébano, baúles de teca cargados de manteles y cubiertos, bailarinas de Bali, abanicos de pavo real, telas indias con espejitos y conchas marinas, pastillas de sahumerios aromáticos), de carcajadas, de historias, de alegría, a rescatarme de ese mundo sórdido de rosarios, enfermedades, pecados, faldas y sotanas, de rezos, espíritus, fantasmas y superstición. Creo que pocas veces yo he sentido ni volveré a sentir un descanso y una felicidad igual, pues ahí venía mi salvador, mi verdadero Salvador. "
― Héctor Abad Faciolince , El olvido que seremos
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" Todos tenemos en nuestras vidas algunas zonas de sombra. No necesariamente son zonas vergonzosas, hasta es posible que sean las partes de nuestra historia que más nos enorgullezcan, las que al cabo del tiempo nos hacen pensar que, a pesar de los pesares, se justificó nuestro paso por la tierra, pero que como forman parte de nuestra intimidad más íntima, no queremos compartirlas con nadie. También pueden ser zonas ocultas porque nos resultan vergonzosas, o al menos porque sabemos que la sociedad que nos rodea en ese momento las rechazaría como odiosas o monstruosas o sucias, aunque para nosotros no lo sean. O pueden estar a la sombra esas zonas porque de verdad, e independientemente de cualquier tiempo o cultura, son hechos reprobables, detestables, que la moral humana de cualquiera no podría aceptar. "
― Héctor Abad Faciolince , El olvido que seremos