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" Entonces comprendía que su amor por aquellos objetos, gracias a los cuales ahora vivía y de los que a lo largo de los años había obtenido una felicidad diferente a todas las otras modalidades posibles de la felicidad, era una de las cosas más importantes de su vida, en la cual cada vez quedaban menos cosas importantes, y las empezó a contar: la amistad, el café, el cigarro, el ron, hacer el amor de vez en cuando —ay, Tamara, ay, Ava Gardner— y la literatura. Y los libros, claro, sumó al final. "
― Leonardo Padura , Adios Hemingway (Mario Conde #5)
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" lograba reconstruir el campo y pasear por él, y andando entre los árboles salir a los claros del bosque, y subir por una cuesta hasta divisar las lomas, más allá de la ribera del lago. Entonces era posible pasar el brazo por la correa de la mochila, húmeda de sudor, y levantarla y pasar el otro brazo por la otra correa, repartiendo así el peso en la espalda, y sentir las agujas de los pinos debajo de los mocasines al echar a andar por la pendiente hacia el lago, y sentarse al final de la tarde en un claro del bosque y poner una sartén al fuego y hacer que el olor del bacon, friéndose en su propia grasa, se metiera por la nariz de un lector... "
― Leonardo Padura , Adios Hemingway (Mario Conde #5)