64
" Kaldırımda hırslı bir şekilde yürüyordum, bana son derece garip görünen insanların yanından geçerek, hayaletlerin; dünya bir hayal gibiydi, şeffaf bir düzlemdi ve üstündeki herkes çok kısa bir süre için oradaydılar; hepimiz, bandini, hackmuth, camilla, vera, hepimiz kısa bir süre için vardık, sonra başka bir yere gidecektik; hayatta değildik aslında, hayatta olmaya çok yaklaşıyor ama olamıyorduk. öleceğiz. herkes fâniydi. Sen bile arturo, sen bile fânisin. "
― John Fante , Ask the Dust (The Saga of Arturo Bandini, #3)
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" So you walk along Bunker Hill, and you shake your fist at the sky, and I know what you're thinking, Bandini. The thoughts of your father before you, lash across your back, hot ire in your skull, that you are not to blame: this is your thought, that you were born poor, fled from your Colorado town because you are poor, hoping to write a book to get rich, because those who hated you back there in Colorado will not hate you if you write a book. You are a coward, Bandini, a traitor to your soul, a feeble liar before your weeping Christ. This is why you write, this is why it would be better if you died.
Yes, it's true: but I have seen houses in Bel-Air with cool lawns and green swimming pools. I have wanted women whose very shoes are worth all I have ever possessed. I have seen golf clubs on Sixth Street in the Spalding window that make me hungry just to grip them. I have grieved for a necktie like a holy man for indulgences. I have admired hats in Robinson's the way critics gasp at Michelangelo. "
― John Fante , Ask the Dust (The Saga of Arturo Bandini, #3)
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" Eran las tres y pico de una madrugada incomparable. El blanco y azul de las estrellas y el cielo eran como los colores del desierto, de una dulzura tan conmovedora que tuve que detenerme asombrado de que pudieran ser tan fascinantes. En las palmeras llenas de polvo no se movía ni una hoja. No se oía el menor ruido. Todo lo bueno que había en mí se me estremeció en el corazón en aquel instante, y con ello todo cuanto esperaba del sentido profundo y misterioso de mi existencia. Me envolvía la complacencia infinita y muda de la naturaleza, indiferente a la gran ciudad; el desierto latía bajo aquellas calles, alrededor de aquellas calles, en espera de que la ciudad feneciese, para cubrirla una vez más con sus arenas sin tiempo. De repente me sentí invadido por una intuición aterradora, relativa al significado y patético destino de los hombres. El desierto estaría siempre allí, animal blanco y paciente que aguardaba a que los hombres desaparecieran, a que las civilizaciones se tambaleasen y se sumergiesen en las tinieblas. En aquel punto, la raza humana se me antojó una raza valiente y me sentí orgulloso de pertenecer a ella. La maldad del mundo no era maldad, sino un elemento inevitable y benéfico y que formaba parte de la lucha interminable por contener y domeñar el desierto. "
― John Fante , Ask the Dust (The Saga of Arturo Bandini, #3)
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" Pasaron los días, llegaron las lluvias de invierno. Octubre tocaba a su fin cuando recibí las pruebas de imprenta de mi libro. Me compré un coche, un Ford de 1929. No tenía capota, pero corría como el viento y cuando llegaron los días de cielo despejado emprendí viajes largos, siguiendo la línea azul de la costa, a Ventura y Santa Bárbara por el norte, a San Clemente y San Diego por el sur, siguiendo la raya blanca del asfalto, bajo las estrellas acechantes, con el pie apoyado en la consola de mandos, con la cabeza llena de proyectos para escribir otro libro, una noche, y otra, y otra, noches todas que en conjunto me proporcionaron una serie de días delirantes y visionarios como nunca había conocido, días serenos cuyo sentido temía cuestionarme. Patrullaba por la ciudad con el Ford: encontraba callejones misteriosos, árboles solitarios, casas antiguas y medio derruidas que procedían de un pasado desaparecido. Vivía en el Ford día y noche y no me detenía más que el tiempo necesario para pedir una hamburguesa y un café en desconocidos restaurantes de carretera. Aquello era vivir, dejarse llevar y detenerse para proseguir inmediatamente después, siguiendo siempre la raya blanca que corría paralela a la costa llena de accidentes, descansar un momento al volante, encender otro cigarrillo y observar como un tonto el cielo abrumador del desierto para preguntarse por el significado de las cosas. "
― John Fante , Ask the Dust (The Saga of Arturo Bandini, #3)