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Ernst Jünger QUOTES

101 " Para todos nosotros ha sido el Bosquecillo la encarnación suprema de esta posición, un símbolo como lo era, en épocas pretéritas, una bandera desgarrada por las balas. Y de igual modo que una bandera era entonces algo más que un ennegrecido pedazo de seda clavado a un palo, también ese pedazo de tierra arrasado y machacado por los proyectiles ha llegado a ser para nosotros algo más que un lugar carente de nombre, al que por ello fue preciso añadir un número con el fin de poder distinguirlo de los demás lugares. Los más de nosotros somos personas sencillas, gente que no sabría dar más que una respuesta confusa si alguien le preguntara por el origen de esta guerra o por sus grandes objetivos y sus grandes causas. Y si alguien les dijera a estos hombres que carece de toda importancia la pérdida o la ganancia de una parcela de terreno tan mezquina como ésa, sin duda no sería mucho lo que podrían replicar. A pesar de todo, sentirían que ese terreno representa algo más que una mezcla de greda y arena plantada de astillados troncos de árboles, cuya situación es determinable en un mapa y cuya superficie puede ser medida — de igual manera que la Cruz de Hierro que muchos llevan en su pecho significa para ellos algo más que un trozo de hierro con un borde plateado. El Bosquecillo 125 despertaría en estos hombres el recuerdo de marchas difíciles, de pesadas semanas de trabajo, de guardias nocturnas durante las cuales ese pedazo de tierra se destacaba en la oscuridad como un llameante alto horno, y de días en que sus ojos lo veían aplastado bajo el peso de nubes de proyectiles. El nombre del Bosquecillo 125 no se les aparecería como un nombre cualquiera, sino como un nombre que se graba al rojo vivo en la memoria y que evoca tal cantidad de acciones y sentimientos que, al mencionarlo, todos los detalles se vuelven insignificantes, como cuando contemplamos uno de esos sepulcros megalíticos que se han conservado de tiempos remotos. Esos hombres sentirían también que ese Bosquecillo no puede ser un lugar como otro cualquiera, porque cada uno de los pasos que en él dieron hubo de ser comprado con la vida, y porque el gran destino de los pueblos fue allí vivido y sufrido en el destino del individuo. Lo que el mensajero de los pocos supervivientes de la guarnición del Bosquecillo acaba de decir suena como una sentencia dictada por un Poder superior, pero como una sentencia de la que uno no tiene por qué avergonzarse, a pesar de lo dura que es. "

Ernst Jünger , Copse 125: A Chronicle from the Trench Warfare of 1918