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1 " ¡Au soleil de la Côte d'Azur, au soleil de la Côte d'Azur! Me resultarías mil veces más divertido, más brillante y más humano, tú, sol de la Côte d'Azur, si hicieras como en el cuento de la apuesta entre el Viento y el Sol, que e elemento masculino se dejara estudiar también. Las aguas de tu Mar Mediterráneo me resultarían más salerosas, su quietud haría calmado contraste con el torbellino que a mis ojos desatarías. Pero ahora parece que los hombres de este lado del mundo son más recatados que sus mujeres. ¿Quién tuvo vergüenza primero de la desnudez de su cuerpo? ¿Fue Adán o fue Eva? Como quiera que haya sido, adonde fueres haz lo que vieres: me desnudo.De pronto, otras ideas me invaden. La anatomía no hace sino comprobarnos la pobre realidad de que el ser humano no ve más allá de la tercera dimensión y llama 'avance' a cuanto más y mejor logra ver objetivamente. Somos pudorosos; incapaces de desnudar nuestros corazones para ---solo sintiéndolo--- decir 'esto existe' ". "
― Ofelia Huamanchumo de la Cuba , Dias de un viaje. Fotorrelatos de una limeña
2 " Y aunque los adultos recobramos el Habla y alcanzamos la Inmortalidad, nunca más hubo Gallo Nono que cantara ni Ave que trinara ni Niño que tarareara. Los niños no cantaron más porque no hubo más niños desde entonces. Y se hizo un Silencio Musical iInfinito. Y no salió nunca más el Sol. Y desde entonces fuimos solos, Adultos, a oscuras. Sin aves y sin niños todo se redujo a contar, repitiéndola una y otra vez como historia sin fin, esta leyenda de cuando aquello sucedió. Aquello que sucedió en los tiempos de entre la espada y la pared, cuando las alternativas de supervivencia eran mínimas y una única, la última opción... "
― Ofelia Huamanchumo de la Cuba , El Gallo Nono. Cuento Infantil para Adultos
3 " Sucedió en un barrio peculiar de la babilónica Lima, donde reinaban en aquellos años unas pestilencias soportables. Y es que con frecuencia los trabajadores municipales estaban de huelga por semanas. Sucedía entonces que en las madrugadas ciertos vecinos, o quizás alguno de los mismos vendedores ambulantes de la avenida que cruzaba el barrio ---alguien vio una vez al emolientero---, en una especie de rituales casi mágicos, rociaban con kerosene y les echaban fuego a los cerros de basura acumulada en las veredas. Así se evitaba la propagación de enfermedades y de roedores, decían. Pero lo que querían aminalar esos individuos eran aquellos violentos aires nauseabundos que avanzaban sin freno por las pistas y calzadas de todo el distrito, mejor y más rápido que cualquier refinado palito de incienso de sándalo en un cuarto cerrado o que un trozo regular de palo de rosa en una capillita de provincia" (De: "Cuando algo huele mal"). "
― Ofelia Huamanchumo de la Cuba , En un tiempo de mi ciudad
4 " Sucumbí / ante tu canto ultramarino. / Me entonaste / proezas oceánicas / y nos bebimos los jugos / de nuestras caracolas. / Cuando alcanzamos salado hadal, / muda quedé / como los peces. "
― Ofelia Huamanchumo de la Cuba , Elixires de Exilio
5 " Cuando lancé una última mirada al interior de la habitación, antes de cerrar muy sigilosa la puerta, vi que el Padre José regresaba a sentarse en su escritorio y ya tenía un rosario entre sus gruesas manos blancas que habían empezado a temblar como flores de cementerio. Al cerrar del todo la puerta, ya afuera, miré hacia todos lados y un inusitado ventarrón a esas horas del mediodía estremeció los arbustos del bien cuidado jardín. Fijando mi mirada en las espinas de uno de los rosales intenté controlar la excitación que ese encuentro había producido en mí, no solo por el convencimiento de mi inclinación hacia la persona del Padre José, sino porque me quedé más sedienta de libros que nunca. Con una sed por poseer ese Manuscrito de Ilabaya que parecía tener muchas caras. A partir de entonces incluso, y efectivamente, la del mismo Dios del pecado carnal, el Demonio". "
― Ofelia Huamanchumo de la Cuba , Por el Arte de los Quipus
6 " Mas la sorpresa vino cuando puse atención en lo que esta- ba escrito en el folio mismo del cuadernillo, que separaba el volante. Se leía una lista de libros, donde el número once po- nía: Manuscrito pernicioso de los indios infieles de Ilabaya; y en corchetes le seguía una glosa en tinta azul moderna, hecha con un bolígrafo común de nuestros días: [Arte de los Qui- pus, 1574]. Enseguida saqué la nota de papel que aún conser- vaba arrugada en el bolsillo de atrás de mis vaqueros; la releí con mayor detenimiento y sentí que volvía a ser observada; me giré a mirar hacia la puerta y ésta se cerró con un golpe de viento. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Entonces pensé en cuestión de segundos cuál tendría que ser el paso a seguir. ¿Fotografiar estas listas?, ¿llamar a Salamanca a mi profesora, la doctora Del Pozo?, ¿llamar a Burgos y contárselo a María Con- cepción?, ¿guardar silencio?, ¿comunicarme con el de la carta?, ¿y si era una broma?, ¿quién me gastaría una broma así?, ¿me estaría poniendo a prueba el Padre José?. De pronto, mis pen- samientos consiguieron asociar la palabra ‘Inquisición’ impre- sa en el viejo volante, que hizo de separador en el cuadernillo, con aquella foto del folio de algún Índice colonial, que yo vie- ra en la exposición fotográfica itinerante del Museo de la Santa Inquisición el primer día que llegué al Perú. Yo había estado soñando con poseer ese libro pecaminoso, que supuse un Bes- tiario indiano. Pero el gran pecado del libro de Ilabaya parecía ir por el camino de dar luces a la escritura indígena, idólatra hijastra de Belcebú para ciertos inquisidores. Mi corazón casi detuvo sus latidos. Entonces clavé mis ojos en la poca luz que aún entraba por la claraboya del techo, y luego los cerré. Oí el zumbido de un moscardón, o tal vez sólo le imaginé. Resoplé. O suspiré.Mis cartas estaban echadas desde un principio". "
7 " Para zarpar hacia el altamar del amor/ no hace falta guiarse / por la luz de las estrellas / o las el puerto más cercano. / Alistarse a poner los pies en tierra firme / o predisponerse a un viaje al infinito / no hacen falta. / Para amar no es necesario elegir nada. / A la luz de lo que sea / las tonalidades del amor son siempre bellas". "
― Ofelia Huamanchumo de la Cuba , Viejas palabras. Poesía rescatada (Lima, 1990 - 2000)
8 " Mi amigo sabía muy bien que yo nunca había tenido una mascota en casa, que mi madre no aceptaba ni moscas bajo su mismo techo, que mi hermana era alérgica a los gatos, que mi hermano estaba en contra del cautiverio de animales salvajes, que mi padre se opondría de manera contundente sin mayor motivo, etc., sin embargo, se arriesgó a encargarme su bicho, porque se acordaría tal vez de cuando hojeábamos juntos en las tardes de nuestra niñez una y otra vez todos mis libros de 'La vida de los animales' de Espasa Calpe. O simplemente se atrevió porque el amigo de la infancia es ese al que no podríamos negarle ningún favor y, aunque no lo viéramos varios años, bastaría con reencontrarlo de casualidad en la calle para tener la sensación de que el día anterior fue la última vez que lo vimos". "
― Ofelia Huamanchumo de la Cuba , Bestiario Personal: Narrativa