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" Cuando lancé una última mirada al interior de la habitación, antes de cerrar muy sigilosa la puerta, vi que el Padre José regresaba a sentarse en su escritorio y ya tenía un rosario entre sus gruesas manos blancas que habían empezado a temblar como flores de cementerio. Al cerrar del todo la puerta, ya afuera, miré hacia todos lados y un inusitado ventarrón a esas horas del mediodía estremeció los arbustos del bien cuidado jardín. Fijando mi mirada en las espinas de uno de los rosales intenté controlar la excitación que ese encuentro había producido en mí, no solo por el convencimiento de mi inclinación hacia la persona del Padre José, sino porque me quedé más sedienta de libros que nunca. Con una sed por poseer ese Manuscrito de Ilabaya que parecía tener muchas caras. A partir de entonces incluso, y efectivamente, la del mismo Dios del pecado carnal, el Demonio". "

Ofelia Huamanchumo de la Cuba , Por el Arte de los Quipus


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Ofelia Huamanchumo de la Cuba quote : Cuando lancé una última mirada al interior de la habitación, antes de cerrar muy sigilosa la puerta, vi que el Padre José regresaba a sentarse en su escritorio y ya tenía un rosario entre sus gruesas manos blancas que habían empezado a temblar como flores de cementerio. Al cerrar del todo la puerta, ya afuera, miré hacia todos lados y un inusitado ventarrón a esas horas del mediodía estremeció los arbustos del bien cuidado jardín. Fijando mi mirada en las espinas de uno de los rosales intenté controlar la excitación que ese encuentro había producido en mí, no solo por el convencimiento de mi inclinación hacia la persona del Padre José, sino porque me quedé más sedienta de libros que nunca. Con una sed por poseer ese Manuscrito de Ilabaya que parecía tener muchas caras. A partir de entonces incluso, y efectivamente, la del mismo Dios del pecado carnal, el Demonio