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" Porque sentía que la amaba con una profundidad, con una intensidad, sin mesura, sin dueño, sin forma, sin límites. Con una fuerza tan incontenible como el océano, tan natural como la lluvia, tan vivaz como la naturaleza. Y algo tan hermoso, tan puro, tan incontenible no podía ser pecaminoso. Lo sabía, era imposible que un amor así fuera condenado por nadie. "
― Miriam Beizana Vigo , Marafariña (Marafariña, #1)
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" Enseñándole que no hay nada malvado, nada no permitido, nada pecaminoso, siempre y cuando no se dañe a nadie. Enseñándole que el amor, precisamente el amor, era libre, fuerte e imparable. Que oponerse al amor era como negarse a sí mismo, como perder la credibilidad, como evaporarse como el humo. "
― Miriam Beizana Vigo , Marafariña (Marafariña, #1)
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" Cucarachas Existían momentos efímeros de tregua en los que se podía ser feliz. No eran algo demasiado común, ni algo que se alargase demasiado. Ni tampoco era algo de lo que la mayor parte de las personas pudiesen disfrutar. Era (es) un derecho reservado únicamente a un puñado de seres, llamémosles privilegiados, que saben sonreír en medio de la tempestad y carecen de temor al sufrimiento. Y, además, obvian la muerte como si nunca hubiera estado ahí. ¿Es posible, pues, gozar de la existencia mortal, efímera, condenada a su extinción, ignorando el destino irremediable hacia el que se camina, definido por el final absoluto del todo? El tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac que todos, todos, todos llevamos dentro. Como una maldición hiriente, que nos desangra poco a poco, que va abriendo nuestras heridas, brotando de ella segundos, minutos, horas de vida. Presente en cada acción de nuestra vida, que llamamos cotidiana, es el tufillo constante que sufrimos por el simple y mero hecho de existir. Nos creemos grandes y no somos ni tan siquiera cucarachas. Cucarachas. Cucarachas. "
― Miriam Beizana Vigo , Todas las horas mueren