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" Y recién cuando te hablé en francés me dijiste que tenía otra voz, que parecía más insegura y supongo que eso hace que cambie todo, porque al hablar más agudo elegís otras palabras, otras frases, se razona distinto, naturalmente distinto, se eligen otros argumentos, otros caballos para la cruzada, se arma otra estrategia para la misión y se mata de otro modo. No es lo mismo clavar una navaja que darle un tiro a alguien en los ojos, o lanzarlo al río, eso es elegir en qué idioma y en qué lengua. Hablar siempre me pareció que es una carpa de campaña militar y varias personas con un mapa delante. "
― Ariana Harwicz , Desertar
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" Una tarde en la que te ofrecen jugar un partido de ping-pong o tomar un helado al sol se va a disipar, se disipa mientras se vive. Al principio la podés recordar con precisión: fue ayer, la tarde del helado, fue hace dos días, fue la semana pasada. Después se pierden las referencias, y después ya no queda nada. ¿Jugué al ping-pong, tomé ese helado, fui al río? Quién sabe. Tampoco los otros recuerdan nada. Y en cambio esa página escrita esa misma tarde se vuelve a leer años después, otra vez, ya lejos, lejísimos de la tarde en que se escribió y no solo se vive, también recupera el helado no tomado. Una vez conocí a un pianista en Buenos Aires, hablamos toda una noche en castellano, bien porteño, no noté nada raro. Después seguimos escribiéndonos. Años después pude ir a verlo a un concierto en Berlín, estaba con otra gente y solo lo escuché hablar en alemán, ni una palabra en castellano. Estaba convencida de que no era él, pensar en alguien es pensar en su manera de hablar. "
― Ariana Harwicz , Desertar