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" En un pequeño y céntrico barrio de Madrid habitado por actores, modernos de todo pelaje, parejas sin hijos, diputados ambidiestros que comparten un vermut entre sesión y sesión; en ese micromundo con su propio Cristo milagroso, su secta destructiva, sus musas, sus teatros y pequeñas galerías, sus manifestaciones diarias, sus frases de escritores célebres pisoteadas por los turistas, los ancianos residentes, los ciclistas militantes, los músicos de jazz y los arqueólogos que buscan concienzudamente los huesos de Cervantes... en ese barrio también hay cinco mujeres que compran flores "
― Vanessa Montfort , Mujeres que compran flores
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" El cerebro es el que evoluciona y envejece, pero el corazón sigue siendo siempre niño hasta que deja de latir. Por eso puedes enamorarte de nuevo, porque es el corazón quien dirige. Cuando alguien te hiere, es el cerebro en realidad quien lo registra, quien se traumatiza, quien olvida o no, que lo racionaliza para superarlo. El corazón solo sufre. No aprende. Cuando no nos damos la oportunidad de enamorarnos es porque la razón nos frena y nos aborta la misión antes de que ocurra. Pero el corazón no. El corazón se rige por otros parámetros. Los de las emociones. Las emociones son las células del corazón como las neuronas son las de nuestro cerebro. Por eso cuando el corazón pone las emociones movimiento y se inicia esa reacción en cadena, es casi imposible frenarla. La razón puede ponerle obstáculos. Muchos. Pero, al igual que no podemos forzar que un cuadro te atraiga o no, o que te emocione una canción, no podemos forzar con la razón aquello donde el corazón manda "
― Vanessa Montfort , Mujeres que compran flores
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" Por esta floristería pasan hombres y mujeres que necesitan comunicar una emoción o enviar un mensaje para el que no encuentran las palabras: respeto, agradecimiento, admiración, desamor, pérdida, amor, celebración... Unos compran flores para un nacimiento y otros por una muerte. Unos las encargan para restar sobriedad a sus despachos, otros para dar vida a sus casas. Algunos las prefieren vivas, aún prendidas de la tierra, otros muertas o disecadas. En unos casos las prefieren a punto de abrirse para que duren más, a otros en cambio les gustan perecederas como las margaritas que empiezan a deshojarse. De una en una o de cien en cien... a veces las enviamos al camerino del teatro español, otras forman coronas en la iglesia de San Sebastián, las compras madres a sus madres, infieles a sus mujeres, amantes a sus amantes, el Palace para su retretes, las ancianas para sus balcones... Yo tengo la teoría de que a cada persona le corresponde una flor. Y a cada etapa de su vida, también. Hay mujeres que compran flores y otras que no. Eso es todo "
― Vanessa Montfort , Mujeres que compran flores