Home > Work > El club de los abandonados
1 " Me daba ternura; nunca pensé que ternura fuera un sentimiento que Camilo fuera a causar en mí. Conforme seguía hablando, cada vez me daban más ganas de abrazarlo y decirle que lo entendía, que no se preocupara, que todo iba a estar bien; que un día todo estaría bien. "
― Gisela Leal , El club de los abandonados
2 " Por más que pienso no logro entender cuál es la fascinación en observar cuadros de personas redondamente obesas y coloridas y curiosas. Creo que tanto color en sus obras es sinónimo de falta de creatividad. No veo más que payasos cuando observo esos cuadros y, francamente, no sé cuál sea su objetivo ni mensaje ni razón de ser. Inclusive lo veo como una burla, como si se estuviera mofando de la parte de El Arte que siempre termina siendo comercial y popular. Odio cuando pasa eso. Odio cuando un pendejo se pone a escupir en hojas blancas y de repente dice que sólo porque es una jalada que a otra persona no se le había ocurrido antes hacer, sólo por eso, ya es una obra de arte que vale un Marisse. Y se me hace patética esa parte, la parte en que el imbécil que hizo eso se vuelve la revelación del año y todos empiezan a hablar de él y termina siendo hasta el host en los Óscares aún cuando su rama no tenga nada que ver con el cine. El mundo está lleno de pendejos. El mundo está lleno de gente patética y por más que pienso, no entiendo por qué la gente no deja de hacer más gente y ya. Por qué no paran esta producción en masa de gente-pendeja más pendeja and so on. En serio: hay muchas cosas que la gente hace que simplemente no entiendo. Por ejemplo, un güey que estaba en la esquina pidiendo limosna, que no tenía piernas y que igual y ni nombre, él ¿por qué no mejor se avienta a la calle para que un pinche taxi lo atropelle y ya deje de sufrir y se largue a la chingada de este mundo que no hace más que burlarse en su cara de lo triste e infeliz que es su vida? No me digas que él tiene algo por qué vivir. Bueno, el homeless ese no me importa. Me importa lo que decía, de cómo se puede contaminar la esencia del arte y su razón de existir por imbéciles como esos. O también por los pinches posers que los apoyan. Porque si no fuera por esos, los otros no existirían. Pero ahí toda la gente: a aplaudir esculturas que no entienden y lienzos que no transmiten sentimiento alguno. O esos que son fanáticos de lo experimental: un obeso de cincuenta y dos años que, como no tenía nada que hacer, empezó a tomarse fotos desnudo y le gustaron tanto que las reveló y un enfermo sexual las vio y se excitó y se las compró y las subastó y ya por eso se convirtió en un artista. Y todos lo aplauden, hasta yo, pero por los huevos de atreverse a mostrar su antiestético y marginal cuerpo al mundo, como si no tuviéramos suficiente con las imágenes desgradables que tenemos qu e ver en el día a día. Por eso me cae tan bien Andy y por eso admiro su trabajo: porque me entiende. Es el único que ha logrado burlarse de la cultura y de esa adicción de la gente por admirar estupideces. Es el único que lo hace abierta y descaradamente, sin necesidad de aparentar. Se burla de una manera tan bizarra, tan baja, tan directa, que lo convierte en elegante. Y es que es una necesidad interna de la gente —de toda la gente— por admirar a algo, a alguien, que raya en lo rídiculo. La gente puede ser fan hasta de un poste. ¿A qué se deberá eso de tener esa urgencia por alabar a alguien, sea quien sea? De comprar revistas con chismes de gente que no conocen y de vidas que nunca se cruzarán. De perseguir perfectos desconocidos y comprar su ropa interior en subastas por cantidades estúpidas de dinero. No puedo evitar sentir pena ajena. La mayor parte del tiempo me da mucha pena el mundo en el que vivimos. Ya está viejo, le hace falta una remodelación —de tapiz, de muebles, de personajes—. Por eso digo que es mejor vivir afuera de él. Pero bueno, la gente nunca va a cambiar. Eso es lo que pienso, si tanto te importaba saber lo que pienso. "
3 " No me podía ir, no me podía quedar. Un cigarro. Un cigarro era lo único que me podía ayudar. Los pedí. No tenían y, aunque tuvieran, no se podía fumar ahí. Tenía que salir. Entonces me paré, busqué en mis pantalones y me di cuenta de que tenía una cajetilla de la cual dos cigarros todavía eran salvables. Pedí cerillos, me los dieron y salí. Roberto estaba afuera. Entonces recordé que habíamos quedado de vernos en la entrada y no en el bar. Al recordar eso, toda mi ansiedad tomó piso; mis manos dejaron de incomodarme, mis pies permanecieron calmados y mis dientes dejaron de mutilar mi labio inferior. Él estaba de espaldas, sentado en la banqueta, con la mirada hacia la calle, fumando. Me senté a su lado, tomé su cigarro, encendí el mío e inhalé profundamente. Lo volteé a ver. Lo observé detenidamente, como si tratara de descifrar algo en su perfil. No me importó que la pesadez de mi mirada lo incomodara. Aún así, parecía no hacerlo; él seguía con la mirada hacia Central Park, fumando, como si nada lo observara, como si la persona que estaba a su lado no estuviera tan cerca, tan atento, como si nadie quisiera encontrar en él algo más, algo peculiar y encantador, algo cautivador, como si el mundo no tuviera expectativas de él y, por eso, no le importara decepcionar a nadie. Así seguía él, como si nada. Y eso me dio paz. "
4 " Volteé, lo vi a los ojos y no pude evitar abrazarlo. Abrazarlo con tantas ganas, tanto miedo, tanta fuerza, tanta esperanza de que en ese abrazo encontrara la atención que estaba buscando. Él hizo lo mismo. Y entonces me di cuenta de que esa era la primera vez que nos abrazábamos, que nos decíamos. Tranquilo, todo va a estar bien, sin necesidad de palabras, que nos mostrábamos tal y como éramos: dos niños con miedo, abandonados por el mundo, huérfanos, con ganas de tener esperanza pero con la conciencia de que no la encontrarían. Hacía mucho tiempo que nadie me abrazaba y más tiempo todavía que nadie lo hacía con esa fuerza, con esa intensidad, con esa transmisión tan cargada de energía que el solo abrazo te hace revivir y creer que todavía hay algo que se puede salvar. "
5 " El silencio que había no provocaba paz alguna: al contrario, era tan perturbador como tener que escuchar un concierto de Blink 182 estando crudo. Y la recurrente voz me gritaba al oído, Esto —esto— es La Soledad. Bienvenido. Este es tu estado de confort, no porque te sientas cómodo en él, sino porque es el único que conoces. Por eso lo sigues buscando a dondequiera que vas, por eso te alejas de todo al punto en que llegas a la enajenación completa del resto del mundo. No lo quieres, pero no puedes vivir sin él, no sabes vivir sin él. Necesitas tanto a ese falso-estado-de-confort que, por más que lo quieres dejar, no puedes. Y se ha convertido en una trampa, un callejón sin salida del cual no puedes escapar, una adicción de la que por más que quieras no puedes desintoxicarte. Te han convertido en un junkie de soledad, todos se han encargado de darte tus dosis diarias sin falta, todos se han encargado de que te conviertas en eso. Y tampoco quieres aceptar esto pero tú, sí, tú, eres una buena persona. Eres la persona más buena que has conocido en tu vida porque nunca has orillado a nadie a que caiga en esta adicción como lo han hecho contigo. Y no lo has hecho porque sabes que eso es inhumano, que es lo peor que se le puede hacer a una persona. Te creen egoísta, pero tampoco lo eres. Al contrario, has dejado que todos a tu alrededor depositen en ti su egoísmo, el cual ha sido tanto que te ha orillado a lo más cercano que se puede estar del abismo. Eres noble, eres bueno, y tú, así como cualquiera de los que están allá afuera, sólo buscas una cosa. Eso me dijo —me gritó— al oído. Y lo hizo con tanta seguridad que casi se lo creí. Las voces: son tantas que llega un punto en el que no sabes cuál es la tuya. "
6 " Te extrañé.No.Te lo juro. ¿Qué te hace pensar eso?No sé. El haberte extrañado, tal vez. ¿Qué podría pasarte si no hubiera llegado?Nada, supongo. Me dio miedo. ¿Miedo? Sí, miedo. ¿Por qué? Porque me sentí solo. Solo siempre has estado. Diferente solo. ¿Diferente cómo? Diferente feo. Solo feo. ¿Como cuando te das cuenta de que estás solo? No, peor. Entonces me extrañaste. Sí. Te extrañé. ¿Qué vamos a hacer en Año Nuevo? Me gusta Sidney. A mí también. "