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" - ¡Qué hermosa es la Revolución, aun en su misma barbarie! - pronunció Solís conmovido. Luego, en voz baja y con vaga melancolía:
- Lástima que lo que falta no sea igual. Hay que esperar un poco. A que no haya combatientes, a que no se oigan más disparos que los de las turbas entregadas a las delicias del saqueo, a que resplandezca diáfana, como una gota de agua, la psicología de nuestra raza, condensada en dos palabras: ¡robar, matar... ! ¡Qué chasco, amigo mío, si los que venimos a ofrecer todo nuestro entusiasmo, nuestra misma vida por derribar a un miserable asesino, resultásemos los obreros de un enorme pedestal donde pudieran levantarse cien o doscientos mil monstruos de la misma especie...! ¡Pueblo sin ideales, pueblo de tiranos...! ¡Lástima de sangre! "
― Mariano Azuela , Los de abajo
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" Para que no le viera los ojos, Camila los levantó hacia el azul del cielo. Una hoja seca se desprendió de las alturas del tajo y, balanceándose en el aire lentamente, cayó como mariposita muerta a sus pies. Se inclinó y la tomó en sus dedos. Luego, sin mirarlo a la cara, susurró:
—¡Ay, curro… si vieras qué feo siento que tú me digas eso!… Si yo a ti es al que quero… pero a ti nomás… Vete, curro; vete, que no sé por qué me da tanta vergüenza… ¡Vete, vete!… "
― Mariano Azuela , Los de abajo