64
" Amar é, sempre, ser vulnerável. Para que nunca se sofra com isso, aconselha-se não se amar algo, ou mesmo, alguém. Se sugere proteger a si mesmo nos próprios hobbies, mimos e zelos, evitar qualquer envolvimento com as pessoas, guardar o coração na segurança do caixão do próprio ego. Dessa forma, nessa tumba segura e tenaz, sem movimento ou ar, o seu coração provavelmente mudará para melhor. Sim, sim, ele não se partirá, antes se tornará indestrutível, impenetrável, invencível ou inalienável!: ele nunca precisará de algum perdão.
Mas essa comprável alternativa sistemática de proteção de tragédias, é preciso que se diga, é condenatória. Isso, porque o único lugar que existe além do céu, onde se pode estar perfeitamente a salvo de todos os acidentes e perturbações do amor, é o inferno "
― C.S. Lewis , The Four Loves
65
" El marido debe amar a la esposa como Cristo amó a su Iglesia y —sigamos leyendo— «dio la vida por ella» (Efesios 5, 25). Así pues, esta autoridad está más plenamente personificada no en el marido que todos quisiéramos ser, sino en Aquel cuyo matrimonio más se parece a una crucifixión, cuya esposa recibe más y da menos, es menos digna que él, es —por su misma naturaleza— menos amable. Porque la Iglesia no tiene más belleza que la que el Esposo le da; Él no la encuentra amable, pero la hace tal. Hay que mirar el crisma de esta terrible coronación no en las alegrías del matrimonio de cualquier hombre, sino en sus penas, en la enfermedad y sufrimientos de una buena esposa, o en las faltas de una mala esposa, en la perseverante (y nunca ostentosa) solicitud o inextinguible capacidad de perdón de ese hombre, perdón, no aceptación. Así como Cristo ve en la imperfecta, orgullosa, fanática o tibia Iglesia terrena a la Esposa que un día estará «sin mancha ni arruga», y se esfuerza para que llegue a serlo, así el esposo, cuya autoridad es como la de Cristo (y no se le ha concedido ninguna de otra clase), jamás debe desesperar. Por tanto, en esos matrimonios desgraciados, la «autoridad» del marido, si es que puede mantenerla, es más semejante a la de Cristo. "
― C.S. Lewis , The Four Loves
66
" El amor de necesidad clama a Dios desde nuestra indigencia; el amor-dádiva anhela servir a Dios y hasta sufrir por Él; el amor de apreciación dice: «Te damos gracias por tu inmensa gloria». El amor de necesidad dice de una mujer: «No puedo vivir sin ella»; el amor-dádiva aspira a hacerla feliz, a darle comodidades, protección y, si es posible, riqueza; el amor de apreciación contempla casi sin respirar, en silencio, alegre de que esa maravilla exista, aunque no sea para él, y no se quedará abatido si la pierde, porque prefiere eso antes que no haberla conocido nunca. "
― C.S. Lewis , The Four Loves
70
" Friendship, then, like the other natural loves, is unable to save itself. In reality, because it is spiritual and therefore faces a subtler enemy, it must, even more wholeheartedly than they, invoke the divine protection if it hopes to remain sweet. For consider how narrow its true path is. Is must not become what the people call a "mutual admiration society"; yet if it is not full of mutual admiration, of Appreciative love, it is not Friendship at all. "
― C.S. Lewis , The Four Loves
74
" But, for a Christian, there are, strictly speaking, no chances. A secret Master of the Ceremonies has been at work. Christ, who said to the disciples "Ye have not chosen me, but I have chosen you," can truly say to every group of Christian friends "You have not chosen one another but I have chosen you for one another." The Friendship is not a reward for our discrimination and good taste in finding one another out. It is the instrument by which God reveals to each the beauties of all the others. They are no greater than the beauties of a thousand other men; by Friendship God opens our eyes to them. They are, like all beauties, derived from Him through the Friendship itself, so that it is His instrument for creating as well as for revealing. At this feast it is He who has spread the board and it is He who has chosen the guests. It is He, we may dare to hope, who sometimes does, and always should, preside. Let us not reckon without our Host. "
― C.S. Lewis , The Four Loves