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" No hay miedo como el que ya se ha probado, del que se conoce el sabor, el olor y el tacto. Un viejo y mohoso vampiro que duerme sepultado bajo cotidianeidad y orden, y que mantenemos alejado, fingiendo una calma tan falsa como las sonrisas sincronizadas. No hay miedo como el que conocimos un día y que permanecía inmóvil, respirando con un jadeo húmedo en algún lugar de nuestra mente. No hay miedo como el que produce la sola posibilidad de que el miedo regrese. Durante los sueños vislumbramos la luz roja que sigue encendida, recordándonos que no está vencido, que sólo duerme, y que si tienes suerte no volverá. Porque sabes que si regresara, no lo resistirías; si volviese, acabaría contigo y con tu cordura. "
― Dolores Redondo , Legado en los huesos (Trilogía del Baztán, #2)
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" [… ] hay batallas que están perdidas antes de empezar, que a veces es mejor no luchar hoy para luchar mañana, que es muy valiente y loable pelear por lo que uno cree, por la justicia de cualquier clase, pero hay que saber distinguir, porque cuando te encuentras con la intolerancia, el fanatismo o la estupidez, lo mejor es retirarse, quitarse de en medio y guardar tus energías para una causa que lo merezca. "
― Dolores Redondo , Legado en los huesos (Trilogía del Baztán, #2)
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" Now, sitting opposite him, she still saw the handsome young man she had fallen in love with. The self-assured, optimistic artist no one had ever tried to kill, with his simple, almost childlike way of looking at things that enabled him to follow a steady path, safe from life’s cruelties. It allowed him to believe that turning the page, burying the past, or talking to a psychiatrist for months about your mother’s desire to eat you, would help her to overcome her fears, to live in a world of green meadows and blue skies sustained by simply willing it to be so. This belief that happiness was a choice struck her as so naïve as to be almost insulting. "
― Dolores Redondo , Legado en los huesos (Trilogía del Baztán, #2)