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" Yo no nací dichoso. De niño, mi himno favorito era: «Cansado del mundo y con el peso de mis pecados». A los cinco años yo pensaba que si había de vivir setenta no había pasado aún más que la catorceava parte de mi vida vital, y me parecía casi insoportable la enorme cantidad de aburrimiento que me aguardaba. En la adolescencia la vida me era odiosa, y estaba continuamente al borde del suicidio, del cual me libré gracias al deseo de saber más matemáticas. Hoy, por el contrario, gusto de la vida, y casi estoy por decir que cada año que pasa la encuentro más gustosa. Esto es debido, en parte, a haber descubierto cuáles eran las cosas que deseaba más y haber adquirido gradualmente muchas de ellas. En parte es debido también a haberme desprendido, felizmente, de ciertos deseos (la adquisición del conocimiento indudable acerca de algo) como esencialmente inasequibles. Pero en la mayor parte se debe a la preocupación, cada día menor, de mí mismo. "
― Bertrand Russell , The Conquest of Happiness
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" —¿Qué quería? —dije tan fresca como pude. Pero sin mirarla, sin girarme.
—Supongo que hablar contigo, justificarse el muy gilipollas —Grace lo odiaba y de su odio hay que cuidarse. Si quería vengarme de Marc solo debía asentir y ella lo entendería. En dos días los medios hablarían de cualquier cosa que lo desprestigiara y estaría acabado. No era la periodista de más peso, el periódico del que era editora era muy respetable. Pero ella no iba a exponerse, la chica tiene enchufe. Que lo diga yo que gracias a sus contactos trabajaba donde trabajaba.
—Ya. ¿Qué le dijiste?
—Que se largara si no quería que clavara el tacón de mis zapatos en sus elitistas y traicioneros huevos.
Tragué saliva, casi me reí.
Era capaz, de Grace me esperaba todo.
—¿Qué zapatos tenías?
—Unos Louboutin muy puntiagudos.
Imaginar la escena me hizo gracia. Seguro que Marc le miró los zapatos primero.
—Los únicos que tienes e ibas a perderlos así…
—Nunca podrían haber sido mejor usados, te lo aseguro.
—Imagino que tu amenaza lo mantendrá a raya —soné muy borde, no era mi intención. Tampoco la de retractarme.
—No lo sé, pero Salo se encargó de darle un par de dolorosas razones para no volver. Aunque ya sabemos que el cabrón tiene más cara que espalda. "
― Isa Quintín , LadyKiller