Home > Author > Lawrence Freedman >

" Al insistir en la base científica del socialismo, y al no considerarlo un mero acto de la imaginación, sino una teoría causal y razonada, todo tenía que girar en torno a cómo las clases trabajadoras tenían que llegar a comprender su situación y a luchar contra ella. El momento clave se produciría cuando el proletariado evolucionara desde ser una clase a ser para una clase, comprendiendo en su integridad todo su poder. Una lectura de Marx pasaba por suponer que, de algún modo, esto sucedería naturalmente —casi espontáneamente—, cuando la mirada colectiva se abriera a las razones de su miseria y a comprender cómo podría transformarse todo. Pero entonces, ¿qué papel se reservaba para el partido? Las algaradas de violencia e ira popular y los gritos anhelantes de una vida mejor a menudo se resolvían solo en esperanzas frustradas y más persecución y dolor. Los movimientos radicales, o bien se agotaban, o bien daban un giro hacia la respetabilidad, convirtiéndose en parte del sistema en vez de ser un medio para derribarlo. Este fue el curso escogido por Marx, y por el que sufrió personalmente: era una teoría de cambio inevitable y progresivo, pero también era una teoría que condenaba al activista a la frustración. Si la política nunca podía ser justa sin la adecuada base materialista, ¿cuál era el papel del político revolucionario? Una respuesta era esperar hasta que se dieran las condiciones adecuadas, construyendo una fuerza política hasta que finalmente llegara el momento y la clase trabajadora estuviera preparada. "

Lawrence Freedman , Strategy: A History


Image for Quotes

Lawrence Freedman quote : Al insistir en la base científica del socialismo, y al no considerarlo un mero acto de la imaginación, sino una teoría causal y razonada, todo tenía que girar en torno a cómo las clases trabajadoras tenían que llegar a comprender su situación y a luchar contra ella. El momento clave se produciría cuando el proletariado evolucionara desde ser una clase a ser para una clase, comprendiendo en su integridad todo su poder. Una lectura de Marx pasaba por suponer que, de algún modo, esto sucedería naturalmente —casi espontáneamente—, cuando la mirada colectiva se abriera a las razones de su miseria y a comprender cómo podría transformarse todo. Pero entonces, ¿qué papel se reservaba para el partido? Las algaradas de violencia e ira popular y los gritos anhelantes de una vida mejor a menudo se resolvían solo en esperanzas frustradas y más persecución y dolor. Los movimientos radicales, o bien se agotaban, o bien daban un giro hacia la respetabilidad, convirtiéndose en parte del sistema en vez de ser un medio para derribarlo. Este fue el curso escogido por Marx, y por el que sufrió personalmente: era una teoría de cambio inevitable y progresivo, pero también era una teoría que condenaba al activista a la frustración. Si la política nunca podía ser justa sin la adecuada base materialista, ¿cuál era el papel del político revolucionario? Una respuesta era esperar hasta que se dieran las condiciones adecuadas, construyendo una fuerza política hasta que finalmente llegara el momento y la clase trabajadora estuviera preparada.