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" En realidad, parecía que, cuando estos juegos se desarrollaban entre sujetos que eran profesores o estudiantes en economía o empresariales, los jugadores actuaban de un modo mucho más egoísta, eran más proclives a ir por libre, eran poco favorables a contribuir al bien público, se guardaban más recursos para sí mismos en el juego del ultimátum y tendían a «desertar» con más probabilidad en el juego del dilema del prisionero. Esto cuadraba con los estudios que demostraban que los economistas eran más corruptos y menos favorables a contribuir a la beneficencia.[25] Un investigador sugirió que «la experiencia de asistir a un curso de microeconomía alteraba verdaderamente las concepciones de los estudiantes con respecto a la decisión de actuar de un modo interesado o egoísta, y que sus actos iban más allá de la mera definición de interés o egoísmo».[26] En los estudios de empresariales, se dejaba traslucir que aunque los inexpertos podían verse influenciados por el «efecto propiedad» de Thaler, por ejemplo, los experimentados no lo estaban.[27] Puede que esto no halagara a los economistas, pero demostraba que el comportamiento egoísta también podía ser bastante natural. Este argumento, no obstante, también podría utilizarse a favor de las teorías formales. En realidad, los resultados demostraban la posibilidad de una conducta egoísta y calculadora, pero también exigían un cierto grado de socialización. Si no se demostraba que aquello podía ocurrir naturalmente y si necesariamente tenía que ser una conducta aprendida, entonces quedaría clara la importancia de las redes sociales como fuente de orientación a la hora de comportarse. "

Lawrence Freedman , Strategy: A History


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Lawrence Freedman quote : En realidad, parecía que, cuando estos juegos se desarrollaban entre sujetos que eran profesores o estudiantes en economía o empresariales, los jugadores actuaban de un modo mucho más egoísta, eran más proclives a ir por libre, eran poco favorables a contribuir al bien público, se guardaban más recursos para sí mismos en el juego del ultimátum y tendían a «desertar» con más probabilidad en el juego del dilema del prisionero. Esto cuadraba con los estudios que demostraban que los economistas eran más corruptos y menos favorables a contribuir a la beneficencia.[25] Un investigador sugirió que «la experiencia de asistir a un curso de microeconomía alteraba verdaderamente las concepciones de los estudiantes con respecto a la decisión de actuar de un modo interesado o egoísta, y que sus actos iban más allá de la mera definición de interés o egoísmo».[26] En los estudios de empresariales, se dejaba traslucir que aunque los inexpertos podían verse influenciados por el «efecto propiedad» de Thaler, por ejemplo, los experimentados no lo estaban.[27] Puede que esto no halagara a los economistas, pero demostraba que el comportamiento egoísta también podía ser bastante natural. Este argumento, no obstante, también podría utilizarse a favor de las teorías formales. En realidad, los resultados demostraban la posibilidad de una conducta egoísta y calculadora, pero también exigían un cierto grado de socialización. Si no se demostraba que aquello podía ocurrir naturalmente y si necesariamente tenía que ser una conducta aprendida, entonces quedaría clara la importancia de las redes sociales como fuente de orientación a la hora de comportarse.