" De algún modo se había convertido en un lobo salvaje, arisco, que cazaba solo y dormía solo y aguantaba invierno solo. Sin embargo, cuando veía una casa echando humo por la chimenea y se acercaba a contemplar los perros domésticos con su plato de comida caliente y sus cachorros bien protegidos, sentía envidia y un frío glacial le estremecía el cuerpo entero. Pero era una sensación momentánea, luego volvía a recorrer la estepa y a disfrutar de su libertad. "
― Mario Mendoza , Cobro de Sangre