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" Cox refiere esta historia como ejemplo de la situación del teólogo en la actualidad y ve en el payaso, incapaz de lograr que su mensaje sea escuchado de verdad por la gente, una imagen del teólogo. En sus ropajes de payaso de la Edad Media o de cualquier otra época pasada, nunca será tomado en serio. Diga lo que diga, está - valga la expresión - etiquetado y clasificado en razón del papel que desempeña. Por muy buenas maneras que manifieste, por mucho que se esfuerce por poner de relieve la gravedad de la situación, siempre se conoce de antemano lo que es: ni más ni menos que un payaso. Todo el mundo sabe ya de qué habla y también sabe que no ofrece sino una idea que poco o nada tiene que ver con la realidad. Así pues, se le puede escuchar tranquilamente, sin necesidad de inquietarse en serio por lo que dice. En esta imagen se plasma, sin duda, algo de la agobiante realidad que hoy viven la teología y el discurso teológico, algo de la abrumadora imposibilidad de romper con los lugares comunes de los hábitos de pensamiento y lenguaje y hacer perceptible la materia de la teología como asunto capital de la vida humana. "

Benedict XVI , Fe y ciencia: un diálogo necesario


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Benedict XVI quote : Cox refiere esta historia como ejemplo de la situación del teólogo en la actualidad y ve en el payaso, incapaz de lograr que su mensaje sea escuchado de verdad por la gente, una imagen del teólogo. En sus ropajes de payaso de la Edad Media o de cualquier otra época pasada, nunca será tomado en serio. Diga lo que diga, está - valga la expresión - etiquetado y clasificado en razón del papel que desempeña. Por muy buenas maneras que manifieste, por mucho que se esfuerce por poner de relieve la gravedad de la situación, siempre se conoce de antemano lo que es: ni más ni menos que un payaso. Todo el mundo sabe ya de qué habla y también sabe que no ofrece sino una idea que poco o nada tiene que ver con la realidad. Así pues, se le puede escuchar tranquilamente, sin necesidad de inquietarse en serio por lo que dice. En esta imagen se plasma, sin duda, algo de la agobiante realidad que hoy viven la teología y el discurso teológico, algo de la abrumadora imposibilidad de romper con los lugares comunes de los hábitos de pensamiento y lenguaje y hacer perceptible la materia de la teología como asunto capital de la vida humana.