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" La violenta confrontación y competencia que inicié con mi hermano por el amor de mi madre ocuparon de sobra el lugar de las magulladuras que hubieran podido provocar en mi alma el autoritarismo, la fuerza y el poder que mi padre no me hacía sentir. Pero por entonces no era capaz de entenderlo como ahora. Porque la competencia con mi hermano, sobre todo al principio, nunca salía a la luz de manera desnuda, sino que siempre se dejaba sentir como parte de un juego y, además, mientras soñábamos que éramos otros dentro de aquel juego. La mayor parte de las veces no nos enfrentábamos como Orhan y Sevket, sino como un futbolista o un héroe con el que yo me identificaba y otro con el que se identificaba él. Era como si, mientras representábamos aquellos personajes reales o imaginarios que luchaban en nuestro lugar y como nos entregábamos por completo a aquellos juegos y riñas que acababan con sangre y lágrimas, se nos olvidara que éramos dos hermanos los que en realidad nos estábamos peleando, hiriéndonos, humillándonos y aplastándonos de puros celos. Tal y como calculó y me contó años después mi hermano, que durante toda su vida tan aficionada fue a las estadísticas de todo tipo de triunfos y a exponer los detalles de la victoria de la parte victoriosa, él ganó el noventa por ciento de nuestras peleas y juegos "

Orhan Pamuk , Istanbul: Memories and the City


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Orhan Pamuk quote : La violenta confrontación y competencia que inicié con mi hermano por el amor de mi madre ocuparon de sobra el lugar de las magulladuras que hubieran podido provocar en mi alma el autoritarismo, la fuerza y el poder que mi padre no me hacía sentir. Pero por entonces no era capaz de entenderlo como ahora. Porque la competencia con mi hermano, sobre todo al principio, nunca salía a la luz de manera desnuda, sino que siempre se dejaba sentir como parte de un juego y, además, mientras soñábamos que éramos otros dentro de aquel juego. La mayor parte de las veces no nos enfrentábamos como Orhan y Sevket, sino como un futbolista o un héroe con el que yo me identificaba y otro con el que se identificaba él. Era como si, mientras representábamos aquellos personajes reales o imaginarios que luchaban en nuestro lugar y como nos entregábamos por completo a aquellos juegos y riñas que acababan con sangre y lágrimas, se nos olvidara que éramos dos hermanos los que en realidad nos estábamos peleando, hiriéndonos, humillándonos y aplastándonos de puros celos. Tal y como calculó y me contó años después mi hermano, que durante toda su vida tan aficionada fue a las estadísticas de todo tipo de triunfos y a exponer los detalles de la victoria de la parte victoriosa, él ganó el noventa por ciento de nuestras peleas y juegos