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Gabriela Alemán QUOTES

4 " Es verano en el Chaco; cinco hombres, un niño y un perro trepando un río en una pequeña embarcación no preocupan a nadie. Nadie los ve, porque el ímpetu del momento es otro. Todos se quieren ir. Para ese entonces ya han desertado más de once mil hombres, diez mil del lado boliviano, mil entre los paraguayos. Los bolivianos han sido traídos del altiplano, han llegado a las tierras bajas en ferrocarril y desde Villa Montes han tenido que caminar por semanas a través de polvo, matorrales y el calor asfixiante del Chaco hasta las líneas del frente. Han perdido casi todos sus caballos en el trayecto. Al llegar están extenuados y desnutridos. Solo algunos camiones han sobrevivido. La tierra es árida y los soldados, en su marcha, no arrancan nada de ella. Los soldados rasos que hablan quechua y aymara no pueden comunicarse con sus comandantes que dan órdenes en castellano. Los paraguayos han corrido con mejor suerte, han trepado desde la capital en barcos de vapor por el río Paraguay, por el mismo río por el que ahora sube Andrei, y han descendido en Puerto Casado, donde una locomotora de vía estrecha los ha llevado hasta la Isla Po’i, a cuarenta y seis kilómetros del frente. Todos hablan guaraní. Los refuerzos de ambos han seguido esos mismos caminos durante tres años. Si alguien preguntara a los hombres por qué pelean, recibirá pocas respuestas. Se disputa una tierra árida en el corazón de América. La disputan los dos únicos países del continente sin salida al mar. Es una guerra en la que soldados poco preparados pero valerosos, descalzos pero decididos, luchan con la tecnología bélica más avanzada del mundo. Perfeccionada durante la contienda europea. Ninguno de los dos fabrica armas o aviones pero agotan sus economías para crear grandes ejércitos y equiparlos con el mejor armamento posible. Las fuerzas armadas de ambos países han sido asesoradas por oficiales europeos, pero no solo eso: el comandante en jefe del Ejército boliviano es un general alemán, Hans Kundt; las líneas de defensa paraguayas han sido planificadas por exoficiales bielorrusos, feroces anticomunistas, veteranos de la Gran Guerra, que se han establecido en territorio guaraní y que ahora fungen como oficiales paraguayos. Se matan en vano, en el infierno gris -salpicado de pantanos y de la espesa vegetación de matorrales y árboles espinosos- donde, a más de no existir petróleo, no hay agua. Ningún río lo cruza y hay que cavar pozos para buscar fuentes subterráneas. Lo único que existe en abundancia allí es sed y muchos mueren de ella antes de que las bayonetas enemigas los atraviesen. "

Gabriela Alemán , Humo