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" Suçlu, atmosferdi: bütün çevremizi dolduran, binbir farklı şekilde tezahür eden, anonim ruh haliydi; kitlesel birliğin, içine çeken ve sürükleyen seliydi. Bu sel, kendisine kapılmaya teşne herkese görülmemiş, duyulmamış hisler bahşederken, dışarıda kalanları bir sıkıntı ve yalnızlık vakumunda neredeyse boğuyordu. Halkımızın kitle psikozları yaratma konusundaki tuhaf yeteneğini ilk kez hissediyordum. (Bu kabiliyet belki de onun, kişisel mutluluk babındaki yeteneksizliğini dengelemeye çalışıyordu.) İnsanın böyle şenlikli ve herkesi kapsayan bir cinnetten kendisini uzak tutması mümkün müydü, hiçbir fikrim yoktu o zaman. Bu kadar açık şekilde mutluluk veren ve böyle sıradışı şenlikli sarhoşluklar bahşeden bir fenomenin, vahim veya tehlikeli bir yönü olabileceği aklımın ucundan bile geçmiyordu. "
― Sebastian Haffner
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" El caso es que yo en modo alguno me consideraba nacionalista. El nacionalismo de club deportivo que imperó durante la guerra mundial y que hoy alimenta el espíritu de los nazis, la alegría ávida e infantil que supone el hecho de ver el propio país representado en el mapa como una mancha de color cada vez más y más grande, la sensación de triunfo por las «victorias» conseguidas, el placer ante la humillación y el sometimiento ajenos, el gozoso paladeo del temor que uno inspira, el autobombo nacional al estilo de los «maestros cantores», la manipulación onanista en torno al pensamiento «alemán», al sentimiento «alemán», a la lealtad «alemana», el hombre «alemán», «¡sé alemán!»... hacía tiempo que todo eso me parecía simplemente asqueroso y repugnante, no había nada a lo me viese obligado a renunciar. "
― Sebastian Haffner , Defying Hitler
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" Yo no «amo» a Alemania, del mismo modo que no me «amo» a mí mismo. Si hay un país al que ame, ése es Francia, pero también podría querer a cualquier otra nación con más facilidad que a la mía propia, aunque no existieran los nazis. Sin embargo, el país de uno desempeña un papel muy distinto y mucho más insustituible que el de la nación amada, puesto que es precisamente eso: el propio país. Si se pierde, casi se pierde también el derecho a amar a otra nación. Desaparecen todas las condiciones que hacen posible ese hermoso juego de la hospitalidad nacional, es decir, del intercambio, de las invitaciones recíprocas, del aprender a entender al otro, de enorgullecerse ante el otro; en tal caso uno se convierte sin más en un «sans-patrie», en un hombre sin sombra, "
― Sebastian Haffner , Defying Hitler