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" ... y Norma cerraba los ojos de pura vergüenza, para no ver la mancha oscura que de pronto aparecía sobre su bata y empapaba la sábana de la cama; para no ver las narices fruncidas por el asco de las mujeres de las camas aledañas, ni las miradas acusadoras de las enfermeras, cuando al fin se dignaban a cambiarla, sin desamarrarla ni un solo instante de la cama porque esas habían sido las instrucciones de la trabajadora social: tenerla prisionera hasta que la policía llegara, o hasta que Norma confesara y dijera lo que había hecho, porque ni siquiera bajo la anestesia que le inyectaron antes de que el doctor le metiera fierros logró la trabajadora social sacarle algo a Norma, ni siquiera cómo se llamaba, ni que edad verdaderamente tenía, ni qué era lo que se había tomado, ni quién era la persona que se lo había dado, o dónde era que lo había botado, mucho menos por qué lo había hecho, y dónde vivía, para que la policía fuera a arrestarlo, porque el muy desgraciado se había largado después de dejarla abandonada en el hospital. ¿No le daba coraje? ¿No quería que él también pagara? "
― Fernanda Melchor , Hurricane Season
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" Y Brando nunca se había reído tanto en toda su vida, al grado de verter lágrimas histéricas y de tener que sujetarse de las paredes y de sus amigos para no caer al piso, con el cerebro arrebolado por la mota y la cerveza y el vientre adolorido de tanto carcajearse del espectáculo que ofrecían las locas, la legión de maricas, vestidas y travoltas venidas de todos los rincones de la república nomás a desatarse al famoso carnaval de Villagarbosa, a jotear libremente en las calles del pueblo embutidas en apretadas mallas de ballerina, disfrazadas de hadas con alas de mariposa, de sensuales enfermeras de la Cruz Roja, de porristas y gimnastas musculosas, policías manfloras y gatúbelas ventrudas con botas de tacón de aguja; locas bien locas vestidas de novia persiguiendo a los muchachos por los callejones; locas bufonescas con nalgas y tetas gargantuescas tratando de besar a los rancheros en la boca; locas empolvadas como geishas, con antenas de alienígenas y garrotes cavernícolas, locas capuchinas y escocesas; locas disfrazadas de batos bien machines, tan hombres como cualquiera, hasta que se alzaban los lentes oscuros y les notabas la depilada de ceja, los párpados espolvoreados con brillantina de colores, la mirada braguetera; locas que pagaban las cervezas si bailabas con ellas; locas que se peleaban a puñetazo limpio por tus favores, que se arrancaban las pelucas y las tiaras y rodaban por el suelo entre alaridos, dejando sangre y lentejuelas regadas mientras la turba reía. Total "
― Fernanda Melchor , Hurricane Season
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" ...porque se había llevado un buen dinero y nomás por andar ahí en los eventos políticos aplaudiendo todo lo que Pérez Prieto decía, con matracas y porras y chiquitibum a la bimbombá, Pérez Prieto, Pérez Prieto, ra ra ra, y ya, de verdad: nomás por hacer eso los del Partido le daban doscientos varos por día y doscientos varos además por cada persona que él llevara a registrarse, más comestibles a granel que entregaban cada semana, más herramienta para el campo y hasta material de construcción, y eso que Munra en su vida había votado nunca por nadie... "
― Fernanda Melchor , Hurricane Season
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" Siempre me ha parecido inquietante la contigüidad que existe entre la crónica de sociales y la nota roja, no sólo porque estas dos secciones suelen aparecer juntas en los diarios del puerto (a menudo en caras opuestas del mismo pliego, como espejándose), sino porque ambos géneros suelen presentar los asuntos de su "literatura" como sucesos excepcionales, únicos e irrepetibles: la ascensión de una joven al estatuto de reina, emblema viviente de la alegría, la lozanía y la fecundidad de un pueblo y su posterior envilecimiento como filicida, villana mítica, bruja de cuento de hadas en cuyo nombre se exhorta a los niños jarochos a obedecer a sus madres y comer todas sus verduras, si no quieren que Evangelina venga a castigarlos. Arquetipos opuestos pero complementarios, máscaras que deshumanizan a mujeres de carne y hueso, y que funcionan como pantallas en donde se proyectan los deseos, los temores y las ansiedades de una sociedad que se pretende un enclave de sensualismo tropical pero que en el fondo es profundamente conservadora, clasista y misógina. "
― Fernanda Melchor , Aquí no es Miami