Home > Author > José de Espronceda
1 " ¿Qué me valen la gracia y la belleza, y amar como jamás amó ninguna, si la pasión que el alma me devora, la desconoce aquel que me enamora? "
― José de Espronceda , El estudiante de Salamanca
2 " DETENTE ESTATICO O SOL Y YO TE saludo ANTE TI ME ATREVO A hablarte. "
― José de Espronceda
3 " Los ojos Montemar fijos en ella, con más asombro que temor la mira; tal vez la juzga vagarosa estrella que en el espacio de los cielos gira. "
4 " »Noble señora, imagino que sois nueva en el lugar: andar así es desatino; o habéis perdido el camino, o esto es andar por andar. "
5 " Suerte tenéis. A un solo golpe de dados tiro los dos mil ducados. "
6 " la vida es la vida: cuando ella se acaba, acaba con ella también el placer. ¿De inciertos pesares por qué hacerla esclava? Para mí no hay nunca mañana ni ayer. Si mañana muero, que sea en mal hora o en buena, cual dicen, ¿qué me importa a mí? Goce yo el presente, disfrute yo ahora, y el diablo me lleve si quiere al morir. "
7 " Cruzan tristes calles, plazas solitarias, arruinados muros, donde sus plegarias y falsos conjuros, en la misteriosa noche borrascosa, maldecida bruja con ronca voz canta, y de los sepulcros los muertos levanta. Y suenan los ecos de sus pasos huecos en la soledad; mientras en silencio yace la ciudad, y en lúgubre son arrulla su sueño bramando Aquilón. Y una calle y otra cruzan, y más allá y más allá: ni tiene término el viaje, ni nunca dejan de andar, y atraviesan, pasan, vuelven, cien calles quedando atrás, y paso tras paso siguen, y siempre adelante van; y a confundirse ya empieza y a perderse Montemar, que ni sabe a dó camina, ni acierta ya dónde está; y otras calles, otras plazas recorre y otra ciudad, y ve fantásticas torres de su eterno pedestal arrancarse, y sus macizas negras masas caminar, apoyándose en sus ángulos que en la tierra, en desigual, perezoso tronco fijan; y a su monótono andar, las campanas sacudidas misteriosos dobles dan; mientras en danzas grotescas y al estruendo funeral en derredor cien espectros danzan con torpe compás: y las veletas sus frentes bajan ante él al pasar, los espectros le saludan, y en cien lenguas de metal, oye su nombre en los ecos de las campanas sonar. Mas luego cesa el estrépito, y en silencio, en muda paz todo queda, y desaparece de súbito la ciudad: palacios, templos, se cambian en campos de soledad, y en un yermo y silencioso melancólico arenal, sin luz, sin aire, sin cielo, perdido en la inmensidad, tal vez piensa que camina, sin poder parar jamás, de extraño empuje llevado con precipitado afán; entretanto que su guía delante de él sin hablar, sigue misterioso, y sigue con paso rápido, y ya se remonta ante sus ojos en alas del huracán, visión sublime, y su frente ve fosfórica brillar, entre lívidos relámpagos en la densa oscuridad, sierpes de luz, luminosos engendros del vendaval; y cuando duda si duerme, si tal vez sueña o está loco, si es tanto prodigio, tanto delirio verdad, otra vez en Salamanca súbito vuélvese a hallar, distingue los edificios, reconoce en dónde está, y en su delirante vértigo al vino vuelve a culpar, y jura, y siguen andando ella delante, él detrás. "