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José de Espronceda QUOTES

7 " Cruzan tristes calles, plazas solitarias, arruinados muros, donde sus plegarias y falsos conjuros, en la misteriosa noche borrascosa, maldecida bruja con ronca voz canta, y de los sepulcros los muertos levanta. Y suenan los ecos de sus pasos huecos en la soledad; mientras en silencio yace la ciudad, y en lúgubre son arrulla su sueño bramando Aquilón. Y una calle y otra cruzan, y más allá y más allá: ni tiene término el viaje, ni nunca dejan de andar, y atraviesan, pasan, vuelven, cien calles quedando atrás, y paso tras paso siguen, y siempre adelante van; y a confundirse ya empieza y a perderse Montemar, que ni sabe a dó camina, ni acierta ya dónde está; y otras calles, otras plazas recorre y otra ciudad, y ve fantásticas torres de su eterno pedestal arrancarse, y sus macizas negras masas caminar, apoyándose en sus ángulos que en la tierra, en desigual, perezoso tronco fijan; y a su monótono andar, las campanas sacudidas misteriosos dobles dan; mientras en danzas grotescas y al estruendo funeral en derredor cien espectros danzan con torpe compás: y las veletas sus frentes bajan ante él al pasar, los espectros le saludan, y en cien lenguas de metal, oye su nombre en los ecos de las campanas sonar. Mas luego cesa el estrépito, y en silencio, en muda paz todo queda, y desaparece de súbito la ciudad: palacios, templos, se cambian en campos de soledad, y en un yermo y silencioso melancólico arenal, sin luz, sin aire, sin cielo, perdido en la inmensidad, tal vez piensa que camina, sin poder parar jamás, de extraño empuje llevado con precipitado afán; entretanto que su guía delante de él sin hablar, sigue misterioso, y sigue con paso rápido, y ya se remonta ante sus ojos en alas del huracán, visión sublime, y su frente ve fosfórica brillar, entre lívidos relámpagos en la densa oscuridad, sierpes de luz, luminosos engendros del vendaval; y cuando duda si duerme, si tal vez sueña o está loco, si es tanto prodigio, tanto delirio verdad, otra vez en Salamanca súbito vuélvese a hallar, distingue los edificios, reconoce en dónde está, y en su delirante vértigo al vino vuelve a culpar, y jura, y siguen andando ella delante, él detrás. "

José de Espronceda , El estudiante de Salamanca