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1 " ¿Habrá alguna ciudad en el mundo que tenga un monumento reivindicatorio a la prostituta? ¿Un monumento rodeado de jardines y de tristeza, un monumento frente al cual las mujeres suspiren y los hombres se llenen de vergüenza? "
― Alicia Yánez Cossío , Yo vendo unos ojos negros
2 " La dignidad del trabajo es una palabrería empresarial para mantener a costa de los principios de dignidad humana condiciones no superadas de esclavitud. La dignidad del trabajo es un mito cuando se trabaja por necesidad. "
3 " Que más tarde se complicó cuando se tuvo la ocurrencia de asociar el sexo con la idea de pecado, lo que produjo a la dolida humanidad tanto penar y sufrimiento como los estragos de las guerras. Que los teólogos, que siempre fueron varones, manipularon el asunto del pecado original recargando la culpabilidad a la hembra. Que se llegó a la histeria cuando se hizo hincapié en que la finalidad del sexo era la procreación y no el simple placer que debía ser tan simple como aplacar la sed, comer cuando picaba el hambre, dormir cuando los ojos se cerraban y otras tantas funciones necesarias. Que se llegó a la arbitrariedad de decir que de aquí para acá es amor y de aquí para allá era pecado poniendo una barrera entre los dos asuntos y confundiendo lo que podía ser más natural y simple con lo escatológico y metafísico, para que en fin de cuentas los más osados hicieran lo que les viniera en gana y los tímidos se hundieran en la culpa. "
― Alicia Yánez Cossío , La casa del sano placer
4 " Unos ojillos malévolos se clavaron en sus ojos aterrados y se miraron mutuamente en una fracción de siglos, en los cuales engendró, nació y creció el terror milenario hacia el misterio del mal, hacia la cábala de lo oscuro, hacia la angustia insondable, no del pecado, que es la treta del poder, sino del fondo subhumano de la perversión, del lugar donde frecuentaba la pálida que se llevaba a los niños tiernos o a las madres jóvenes. "
― Alicia Yánez Cossío , Beyond the Islands
5 " No había dinero en el mundo capaz de pagar sus favores, porque la constante penetración del macho no era solamente a su himen maltratado, sino que iba hasta la pulverización de todo sentimiento humano. "
6 " Los quiteños salen a las calles y se acodan para gozar del espectáculo. La vieja está aterrada. Va a las ancas de una mula, amarrada, para que no se escape. Le han vestido con el escapulario de sambenito, le han cortado el pelo a rape, le han echado cenizas sobre el cráneo, le han puesto cadenas en las piernas y en los brazos. La multitud la culpa de todas las calamidades. Le escupen y escarnecen. La vieja no sabe lo que pasa, ni siquiera para qué la llevan a la ciudad de Lima. "
― Alicia Yánez Cossío , Aprendiendo a morir
7 " La Casa del Sano Placer era la otra cara del pueblo. Se erguía alegre y un tanto imperiosa a un costado de la plaza central, frente con frente a la inmensa catedral, de manera que la devoción y el forniqueo parecían mirarse provocativamente cara a cara. La más grande, fiera e iracunda era como si ansiara volcarse encima de la otra para ahogarle y sofocarle con sus piedras y sus mármoles. La pequeña, desparpajada y proclive, parecía que estaba allí como para establecer un balanceo, como para dar un respiro al sofoco que producía la imponencia de la catedral. Se mostraba agresiva y un tanto insinuate dando lugar a una cierta irritación por el sitio donde se había instalado que venía a ser lo mismo que si una pécora estuviera taconeando a las puertas de una escuela o de una sacristía, sin lograr establecer ninguna clase de equilibrio porque inmediatamente del estupor del poder se caía de bruces en el estupor de la insolencia. "
8 " Cuando el hombre tuvo su primer susto ante el rayo inexplicable, creó un dios para esconder su miedo y cuando el terror desapareció en su cueva, cogió a su dios y lo hizo a su medida para que le ayudara a sojuzgar a sus hermanos para gobernar el mundo, un dios que se amoldara perfectamente a los mezquinos intereses que iban apareciendo poco a poco, un dios que podía ser manejado como un títere desde un tinglado de incienso y de oro, con un decorado de cielo para los obedientes y un telón de fondo donde se quemaran eternamente los rebeldes. "
9 " Se quitó el 'de' de su apellido de casada y lo tiró por encima del hombro. Al caer, el 'de' produjo un estallido de cacerolas de aluminio rodando por las escaleras de la casa: pram pata pram porque la mujer no es propiedad de nadie, ni siquiera del marido pram pram. "
10 " - Qué poco le pides a la vida.- Y ese tan poco aún no lo tengo. "
― Alicia Yánez Cossío , El cristo feo