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" A Tomatis lo preocupaba saber de qué manera llevaría la conversación con sus excolegas hasta llegar al centro, pero a las dos cuadras el conductor y los dos de atrás ya habían reanudado la discusión sobre el partido del domingo, analizando la composición de los dos equipos, el hecho de que jugaran en tal o cual cancha, la historia reciente —cambios, partidos ganados o perdidos, estado físico de ciertos jugadores, etcétera— de los res-pectivos cuadros. En la época en que recién había entrado a trabajar en el diario, a los veinte años, como los periodistas de deportes se burlaban de él a causa de su inclinación por la literatura, Tomatis se vengaba de ellos ridiculizando el deporte y proclamando sin mentir que nunca había entrado en una cancha de fútbol, y oyéndolos discutir con tanta pasión durante el viaje en auto, pensaba que hasta ese día podía hacer la misma afirmación, pero que la situación en la que estaba no se lo permitía —lo que cuando tenía veinte años consideraban una provocación, hoy lo tomarían como una ofensa aunque no se abstenían de efectuar con el partido del domingo todo el gasto de la conversación, sin preguntarse si la persona que habían invitado a viajar con ellos se interesaba o no por el tema. «Ni ellos ni yo hemos cambiado nada en todos estos años, y no cambiaremos tampoco en los que nos quedan por vivir», pensaba Tomatis cuando bajó del coche "
― Juan José Saer , La Grande
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" quisiera que, viniendo despacio, como antes, desde la cocina, desde el patio, en la noche cítrica, una mano, materna o familiar, es decir, de dedos conocidos, en el viejo sentido, anterior a la explosión, a esta deriva sin dirección y sin bordes, encendiera, por fin, la luz, del cuarto sin lujo, austero, con, apenas, lo necesario para reconocer el honor y la constancia de lo que es, lo que es en su seguir siendo, mesa, jarra, botella, ventana y paraíso. "
― Juan José Saer , El arte de narrar
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" Y estoy todavía estando, pero no al mismo tiempo, sentado en el sillón. ¿Estoy todavía estando, y no al mismo tiempo, sentado en el sillón? ¿Estoy todavía estando sentado en el sillón y estoy todavía estando parado inmóvil al lado del sillón con el eco de los crujidos que han roto, por decir así, el silencio, estoy todavía estando atravesando el espacio entre el sillón y la puerta, y estoy todavía estado oyendo, al abrir la puerta, vaga, remota, la campanada, mientras estoy estando, inmóvil, parado, mirando el dirección al frío negro, en el hueco del a puerta, entre la habitación y la terraza? ¿Estoy? ¿Estoy todavía estando? Y si estoy, y estoy todavía estando, estoy y estoy todavía estando ¿en qué mundo? "
― Juan José Saer , La mayor
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" Muchos años más tarde sabrá, gracias a evidencias sucesivas, que lo que otros llaman el alma humana nunca tuvo ni tendrá lo que otros llaman esencia o fondo; que lo que otros llaman carácter, estilo, personalidad, no son otra cosa que repeticiones irrazonables acerca de cuya naturaleza el propio sujeto que es el terreno en que se manifiestan es quien está más en ayunas, y que lo que otros llaman vida es una serie de reconocimientos a posteriori de los lugares en los que una deriva ciega, incomprensible y sin fin va depositando, a pesar de sí mismos, a los individuos eminentes que después de haber sido arrastrados por ella se ponen a elaborar sistemas que pretenden explicarla, pero por ahora, cuando recién acaba de cumplir veinte años, cree todavía que los problemas tienen solución, las situaciones desenlace, los individuos caracteres y los actos sentido. "
― Juan José Saer , Glosa
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" desde el punto de vista lógico está más cerca de la verdad el que, lisa y llanamente, se pone a lloriquear bajo las estrellas, espantado por lo absurdo de la situación, que el que, dándoselas de heroico o de creyente en la historicidad, trata, a pesar de todo, de sacar adelante una familia, o de ganar la faja de honor de la SADE. "
― Juan José Saer , Glosa
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" ha entendido por qué, a pesar de su buena voluntad, de sus esfuerzos incluso, desde que llegó de París después de tantos años de ausencia, su lugar natal no le ha producido ninguna emoción: porque ahora es al fin un adulto, y ser adulto significa justamente haber llegado a entender que no es en la tierra natal donde se ha nacido, sino en un lugar más grande, más neutro, ni amigo ni enemigo, desconocido, al que nadie podría llamar suyo y que no estimula el afecto sino la extrañeza, un hogar que no es ni espacial ni geográfico, ni siquiera verbal, sino más bien, y hasta donde esas palabras puedan seguir significando algo, físico, químico, biológico, cósmico, y del que lo invisible y lo visible, desde las yemas de los dedos hasta el universo estrellado, o lo que puede llegar a saberse sobre lo invisible y lo visible, forman parte, y que ese conjunto que incluye hasta los bordes mismos de lo inconcebible, no es en realidad su patria sino su prisión, abandonada y cerrada ella misma desde el exterior —la oscuridad desmesurada que errabundea, ígnea y gélida a la vez, al abrigo no únicamente de los sentidos, sino también de la emoción, de la nostalgia y del pensamiento. "
― Juan José Saer , La pesquisa
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" No, era un viejo borracho, tirado en el suelo, en un anochecer, entre sus propios olores, ajeno, desde hacía rato, a la enorme realidad; un viejo que dormía al sereno, y al que buscarían, con faroles, inútilmente, para la cena. "
― Juan José Saer , El arte de narrar