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" La tradición del islam místico comparte esta misma convicción. Me gustaría relatarle algo tomado de la leyenda dorada de los santos musulmanes. Un día, Suturá, una buena mujer, fue a visitar a Tierno Bokar, el sabio de Bandiagara: esta aldea de Mali está situada en la meseta del mismo nombre, rodeada de altos acantilados al pie de los cuales viven los dogon, pueblo famoso por su arte austero, su compleja cosmogonía y su hondo sentido de la trascendencia. «Tierno –le dijo Suturá–, estoy muy irritable. Me molesta hasta lo más insignificante. Querría recibir de ti una bendición o una oración que me haga dulce, amable y paciente». No había acabado de hablar cuando su hijo, un niño de tres años que estaba esperándola en el patio, agarró una tabla y le dio un golpe en la espalda. Ella miró al niño, sonrió y, atrayéndolo hacia ella, dijo dándole un cachete cariñoso: «¡Qué niño más malo! Mira cómo trata a su madre…». «Si tan irritable estás, ¿por qué no te enfadas con tu hijo?», le preguntó Tierno Bokar. «Si no es más que un niño –contestó Suturá–. No sabe lo que hace. Con un niño de esta edad no hay quien se enfade». «Vete a casa, querida Suturá –le dijo Tierno– y, cuando alguien te irrite, acuérdate de la tabla y piensa: “Tenga los años que tenga, esta persona está actuando como un niño de tres años”. Sé indulgente: puedes hacerlo, ya que acabas de serlo con tu hijo cuando te ha dado ese golpe. Obra así y no volverás a enfadarte. Vivirás feliz y te sentirás mejor. Las bendiciones que desciendan sobre ti serán mucho mayores que las que puedas recibir de mí: serán las bendiciones de Dios y del propio Profeta. Quien soporta y perdona una ofensa –continuó– se parece a una de esas grandes ceibas que ensucian los buitres al posarse en sus ramas. El aspecto repugnante del árbol solo dura una parte del año. Todos los inviernos Dios envía unos cuantos chaparrones que lo limpian de la copa a las raíces y lo revisten de un nuevo follaje. Procura prodigar el amor que sientes por tu hijo a todas las criaturas de Dios. Porque Dios quiere a sus criaturas como un padre a sus hijos. Entonces llegarás a lo más alto de la escala, allí donde, gracias al amor y la caridad, el alma solo ve y valora la ofensa para perdonarla mejor». Las palabras de Tierno supusieron tanto para Suturá que, a partir de ese día, consideró hijos suyos a todos los que la ofendían y no les respondió más que con dulzura, amor y una paciencia silenciosa y sonriente. Tanto cambió que, al final de su vida, la gente decía: «Paciente como Suturá». Nunca más hubo nada capaz de enfadarla. Cuando murió, se la consideraba prácticamente una santa. "
― Robert Sarah , The Power of Silence: Against the Dictatorship of Noise
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" How can we not thank Paul VI for the courage he had in issuing the encyclical Humanae vitae? This document was prophetic in developing a morality that could defend human life. Despite many pressures within the Church herself, the pope saw what John Paul II called “the culture of death” forming on the horizon. I have not forgotten the violent critiques aimed at him because he refused to abdicate the elementary principles of life. In his turn, John Paul II lavishly produced a very rich teaching on the human body and sexuality. Despite the respect that he enjoyed, especially after his decisive interventions to free the peoples of Eastern Europe from the yoke of Communist dictatorship, how many bitter critiques have not been made against his view of morality? He had understood, nevertheless, that the Church must not lower her arms. By his steadfastness, he obeyed Jesus, who once said to Peter: “And when you have turned again, strengthen your brethren” (Lk 22:32). I "
― Robert Sarah , God or Nothing
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" Dear young Christians, if it is permissible for an old man, like Saint John was, to speak to you directly, then I too exhort you, and I tell you: you have overcome the Evil One! Fight any law against nature that they try to impose on you, oppose any law against life, against the family. Be one of those who take the opposite direction! For us Christians, the opposite direction is not a place; it is a Person, it is Jesus Christ, our Friend and our Redeemer. "
― Robert Sarah , The Day is Now Far Spent