Home > Author > Jorge G. Castañeda
1 " When fate and love come into conflict, the former must always win; for love will fade if it rests upon indignity or abdication. "
― Jorge G. Castañeda , Compañero: The Life and Death of Che Guevara
2 " Cuando un hombre sin enemigos parte de este mundo hacia el siguiente, el Creador sabe inmediatamente que esa persona ha desperdiciado su vida. "
― Jorge G. Castañeda , Amarres perros. Una autobiografía
3 " Mexican society is highly individualistic, because civil society is so weak. Civil society, in turn, is as disorganized and impotent as it is partly because citizens have never felt that they can influence events of any sort: at large, or in their neighborhood, their children’s schools, or their local clinic. In other words, they are citizens in name only. And this reluctance to assume political or social responsibility springs from the corruption, lawlessness, and impunity that have bred such a degree of cynicism in society. Mexican civil society will never organize itself until the country’s attitude toward the law changes. "
― Jorge G. Castañeda , Mañana Forever? Mexico and the Mexicans
4 " Today, Mexico has splendidly reemerged as a radically diverse place. It traditionally was so, even before the Conquest, then assumed the mantle of uniformity for most of the twentieth century, and is now a mosaic where each part enriches the others and the whole. The single most important factor of unity from the middle of the last century—the sense of a shared, common history—is now either fading, or has become counterproductive. What can take its place, knowing that the substitute must be less artificial and more constructive than before? The rule of law, perhaps. "
5 " conferencias en sedes lejanas "
6 " Las democracias no están diseñadas para unir a las personas. Su razón de ser es dejar que las personas que viven naturalmente divididas sigan haciéndolo de manera más próspera, pacífica y equilibrada. "
7 " En uno de sus libros sobre México contradijo el refrán que cité en el séptimo capítulo: “Con dinero, baila el perro.” Decía que en México aunque le paguen bien, el perro no baila.16 Y no lo hace porque los perros mexicanos (es decir, todos) no responden a incentivos del mercado, a estímulos monetarios o pecuniarios, a premios y castigos, como sí lo hacen ciudadanos de otras democracias de mercado. No fue, de ninguna manera, la primera observadora en notar esto y sólo tenía razón en parte: algunos mexicanos, a veces y en circunstancias peculiares, sí reaccionan como los demás ciudadanos de ambientes similares. Lo que Antaki decía era que no hay virtudes, ni ventajas, ni encanto, ni valor de redención en el rechazo de México a la modernidad, sea vista como puntualidad, responsabilidad, cultura cívica o simplemente como el gesto de acatar las normas de tránsito o ir a trabajar todos los días. "
8 " La mayoría de los mexicanos cree que el objetivo central de la democracia consiste en permitir y promover la convergencia entre fuerzas políticas y no en garantizar que las divergencias inevitables permanezcan en el rango de las resoluciones pacíficas. La falta de fe mexicana en la democracia crece y uno de los motivos del crecimiento reside en esta confusión fundamental respecto a sus propósitos. "
9 " Ya hemos visto cómo el poder se ha concentrado brutalmente en México desde tiempos inmemoriales. Existe una sola compañía petrolera, un solo sindicato de maestros, una sola cadena televisiva de verdad (las demás son locales, o pasatiempos de sus dueños, o reservadas para programas de intelectuales que a nadie interesan), una compañía de cemento con dimensiones respetables, una compañía de luz, un fabricante de tortilla, uno de pan, ningún candidato independiente a la presidencia, un magnate cuya fortuna neta rebasa la suma de las de los siguientes veinte hombres más ricos del país. Y esto ha sido así desde siempre, al menos desde la Conquista que, entre otras cosas, implicó una concentración absoluta de las tierras en manos de la Corona y la Iglesia, y el comercio en una sola empresa (la Casa de Contratación), en un puerto (Cádiz-Sevilla), con un solo país (España). Abundan las explicaciones —históricas, económicas, políticas—, pero al menos una adicional —el factor cultural— que condujo a la perpetuación de estas circunstancias. Y ese factor encierra quizá la consecuencia más perniciosa de la aversión mexicana al conflicto: su absoluto desprecio y desconfianza por la competencia. Al final de cuentas, el equivalente económico de la aversión al conflicto (y la tendencia perenne al wishful thinking, con la concomitante renuencia a escoger entre dos opuestos incompatibles) es la “aversión al riesgo”. Esto puede ser verdaderamente letal para una economía de mercado, el tipo de economía que México vive hoy en día. Esta clase de economías prosperan gracias a la competencia y el riesgo; se estancan cuando dominan los monopolios y se reduce la toma de riesgos. Allí está México. "
10 " 2007, el porcentaje nacional de crimen y violencia fue más bajo que nunca, con 8 de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes. En 2009 subió a 18, como resultado de la guerra de Calderón. Esta cifra sigue siendo inferior a la de los países mencionados (El Salvador 49, Venezuela 48, Guatemala 43, Brasil 26 y Colombia 34), aunque por supuesto, como ya se ha dicho, es mayor que en Estados Unidos y Europa.4 El porcentaje escamotea, sin embargo, enormes brechas entre regiones y estados. Sinaloa y Chihuahua sufren los índices más altos, con 43 y 42 homicidios por cada 100 mil habitantes; Guerrero, Durango y Baja California le siguen: entre 27 y 30.5 Estas cifras, con los encabezados de periódicos y los noticieros de la televisión, hacen que el Chicago de la Prohibición se parezca a un barrio próspero de Zurich o Ginebra. Pero se conocen grandes porciones del país donde la inseguridad y la violencia resultan prácticamente desconocidas. Mérida es una de estas ciudades, con menos de 2 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes cada año, esto es, ni siquiera un sexto del promedio nacional y veinte veces menos que Sinaloa. "
11 " El debate de 1992 no fue distinto, salvo que no se enfocó en si los niños debían conocer “la verdad”, sino en definir e interpretar “la verdad”. En palabras del historiador más destacado en este ejercicio, Héctor Aguilar Camín, la cuestión era si “alguien ha evaluado el impacto profundo que estas consagraciones de la derrota y este recelo frente a las victorias dejan en la cultura cívica de los niños cuando aprenden las extrañas cosas que la historia patria les enseña”.8 Las cosas “extrañas” que se enseñan a los alumnos incluyen fechar la Independencia en 1810, cuando en realidad tuvo lugar en 1821; insistir, como lo hace la Iglesia ahora —antes no lo hacía—, que en 1576 la Virgen de Guadalupe fue avistada por Juan Diego, que le entregó un ramo de rosas, flores no endémicas de la región; o por presentar la Revolución de 1910 como una épica por “Tierra y Libertad”, cuando en realidad los campesinos de Morelos sólo querían sustituir al vicepresidente en turno y recuperar sus tierras. "
12 " Según la mayoría de las encuestas, los mexicanos apoyan la guerra del gobierno contra el narco, pero dudan que pueda ser ganada. Prefieren combatir a los cárteles, pero no quieren pagar un precio demasiado alto por hacerlo. Una mayoría de los habitantes del país aprueba la participación del ejército, pero no en su propia ciudad o comunidad; y sus preocupaciones acerca de las violaciones a los derechos humanos han crecido. La sociedad deplora la inseguridad y los delitos menores, pero no necesariamente culpa al crimen organizado de estos males. Y muchos mexicanos entienden la apremiante situación de sus compatriotas en la policía, el ejército y las oficinas de gobierno de bajo nivel cuando se les ofrece la opción de “plata o plomo”. Si todo esto suena contradictorio, lo es. A final de cuentas, los mexicanos siguen creyendo, con algo de razón, que su país y su gobierno le están haciendo el trabajo sucio a Estados Unidos. Los mexicanos no ven por qué no permitir que las drogas fluyan hacia el norte, y se evade así el precio de una guerra que los estadounidenses no quieren librar en su propio territorio, sobre todo en el caso de la cocaína, que México no produce. "