Home > Author > Luisgé Martín
1 " A veces, incluso, las causas de la envidia son idénticas: deseamos de la vida de alguien lo mismo que él desea de la nuestra. A los cuarenta años, en suma, la felicidad se convierte en un asunto que concierne solamente a los demás. "
― Luisgé Martín , La misma ciudad
2 " Hay cosas que solo deberían poder lograrse cuando se desean por primera vez. Seguir deseándolas después es una desgracia. Es sobre todo un espejismo. "
3 " Cualquier historia debe poder contarse en sesenta secuencias. Las esenciales, las que determinan el rumbo de los acontecimientos. La tarea más importante de un guionista es tal vez elegir cuáles son esos momentos, saber separar el mineral de la ganga, descartar lo superfluo. La memoria hace siempre ese trabajo con los años de la infancia e incluso de la juventud. Sólo guarda lo que fue memorable o terrible, lo que quedó marcado a fuego en el cerebro por alguna razón. "
― Luisgé Martín , El amor del revés
4 " no sé adoctrina el pensamiento, se adoctrina el corazón. "
5 " el corazón humano es como la fruta: tiene que madurar al sol y ser cortada a tiempo, porque si se cría en la oscuridad, en un huerto cerrado donde no da el aire, y se arranca del árbol muy temprano o se deja pudrir en la rama, ya no sirve. "
6 " Eso es la felicidad: un trazo hecho sobre un mapa. "
7 " A uno le hacen, que no se hace él mismo. Y que nadie elige su destino. La vida no es un acto de creación, ni siquiera una cadena de actos creadores, sino una adaptación a la realidad. "
8 " Creo que me he pasado mi adolescencia forjándome una careta tan buena y expresiva que al cabo ha dejado de ser careta, se ha convertido en parte de mi piel y no puedo quitármela ya, quizás en toda mi vida "
― Luisgé Martín
9 " La crueldad innecesaria es uno de los rasgos más definidos de los psicópatas y de los fracasados "
10 " La nada. En aquellos años -y tal vez siempre- he vivido de la nada, de la invención de la vida "
11 " Aprender a vivir es aprender a nombrar "
12 " Aquellos años tristes, en efecto, fueron quizá los más felices. Tristes y felices no en instantes sucesivos, no en días diferentes, sino en el mismo acto. "
13 " Solo se puede juzgar a los demás con las reglas que uno está dispuesto a aceptar para sí mismo. Es cierto que las reglas son a menudo problemáticas o dudosas. No es virtuoso mentir, por ejemplo, pero hay innumerables ocasiones en las que sabemos que la mentira –o el silencio, que es una forma de mentira– es más virtuosa que la sinceridad: decirle a alguien que hemos visto con otro hombre a la mujer que le abandonó o que sus hijos le desprecian públicamente o que es exageradamente feo solo puede tener alguna virtud si busca enmendar algún daño mayor; si no, esa franqueza es siniestra y pestífera. Pero conocemos bien nuestras motivaciones y nuestros sentimientos, y desconocemos los de los demás: ese hecho cambia el ángulo de valoración de las reglas morales que empleamos. "
― Luisgé Martín , El mundo feliz: Una apología de la vida falsa
14 " Cuando vivimos de un modo estamos dejando de vivir de otros modos diferentes; cuando elegimos un lugar no somos capaces de imaginar lo que podría habernos ocurrido en otro lugar distinto. (...) Tal vez cada uno de nosotros tenga una encrucijada en la que le sea posible apartarse imperiosamente de todo lo que posee. Incluso de sus recuerdos. "
15 " hay una inteligencia moral que consiste en detectar las mentiras que uno se cuenta a sí mismo, las trampas del espejo, y esa inteligencia es seguramente el punto de partida necesario de cualquier contrato social presente y futuro. No se puede defender la dignidad humana y regentar una plantación de esclavos. No se puede demonizar la diversidad sexual y acostarse con homosexuales. No se puede censurar el envilecimiento que produce el dinero en la sociedad y dedicar la vida a acapararlo. No se puede, en suma, mantener un debate político razonable con hipócritas o con imbéciles morales. En esta época –en todas las épocas, pero sin tanta amplificación orgullosa– los avariciosos claman contra la riqueza, los patriotas de salón denigran el nacionalismo, los pendencieros se declaran pacifistas y los asesinos vociferan contra el "
16 " «Todas las historias de amor terminan mal», pensé aquella noche. «Las que parecen haber terminado bien es porque aún no han durado suficiente.» "
― Luisgé Martín , Cien noches