3
" Los milicianos corrieron por las calles mientras los ciudadanos se escondían, desesperados, entre casas viejas, en los pozos, en las despensas de sus vecinos. Cerraban las puertas los padres de familia y asían con fuerza sus mejores cuchillos. Las mujeres abrazaban a sus hijos, las sirvientas aseguraban las ventanas. Algunos, los más temerosos, se acurrucaban en el camastro con la débil seguridad de las velas encendidas.
Esa noche, los lobos tomaron Barcelona, y en ese ferviente caos de guerra y muerte, Fortuna desenvainó su espada. Había entendido el mensaje. «Gryal está aquí», decían los lobos. «Ha vuelto la primavera», decía su aullido. "
― Jordi Balaguer , El retorno de Gryal (El amante de la luna, #3)
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" —¿Puedo ayudarle en algo más, padre? —preguntó solícita con los ojos bañados en lágrimas.
—Sí, hija, sí. Descansa durante la tarde. No puedes permitirte el lujo de llorar por un difunto.
—Lo haré, padre —respondió con media sonrisa y, a continuación, arqueó con suavidad las puntas de los pies sobre sus talones para avanzar con los libros hacia la habitación del general. Luego, en soledad, dejó de sonreír. Y lloró. Lloró por su difunto. "
― Jordi Balaguer , La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2)
19
" Hay gente que se enamora de los pájaros. Te enamoras de su canto, de sus alas, de su forma de volar o de cazar. Entonces te lo quedas y lo encierras en una jaula de madera. Lo miras cada mañana, le sonríes, pero el pájaro deja de volar, de cazar, de cantar. Sus alas se marchitan, y un día, sin saber por qué, despiertas y dejas de mirarlo. Ya no te importa si es feliz, si le brillas los ojos; te limitas a alimentarlo, toleras su presencia y te acostumbras a el, pero el pájaro ha perdido sus encantos. cansado del pájaro te enamorarás de otro lobo, con otros encantos... "
― Jordi Balaguer , La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2)