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" vida es mucho más fácil si la gente con la que uno está tratando confía en ti y es a su vez fiable, porque así nos ahorramos las molestias derivadas de contratos muy complejos y de obligaciones de ejecución o cumplimiento. Confiar en otro no necesariamente significa tener buena fe. El cálculo también entra en juego. En determinados casos puede que no haya más remedio que confiar en alguien, aunque haya indicadores que levanten sospechas, porque la alternativa de no confiar en ese alguien puede conducir con más probabilidades a un mal resultado. En otras circunstancias, con poca información, y de un modo u otro, aceptar la fiabilidad de otros puede ser casi una cuestión de fe. Por eso es por lo que el engaño se considera repugnante. Significa aprovecharse de la confianza de otro, ocultar maliciosamente tus intenciones tras una máscara de buena fe. La confianza implica aceptar que las intenciones del otro están a la vista; el engaño implica falsear esas intenciones.[29] Tan importante es la confianza que, incluso cuando se reciben constantes avisos de que se va a producir un engaño, los individuos pueden seguir negándolo durante una cantidad de tiempo sorprendente. Un embaucador puede descubrirse si se le somete a un examen intenso, y por tanto solo puede engañar a aquellos que están inclinados a aceptar su historia: las mujeres que anhelan amor o los avariciosos que buscan propuestas de enriquecimiento fácil. La investigación demostró que la gente «no es muy hábil detectando los embustes y, sin embargo, los individuos piensan que son extraordinariamente hábiles detectando las mentiras».[30] La llamada «pereza cognitiva» conduce a atajos que acaban resultando en malentendidos y errores de percepción con respecto a la gente y las situaciones, equivocándose en el análisis de los contextos, ignorando las contradicciones y aferrándose a prejuicios en cuanto a la fiabilidad de otros.[31] "

Lawrence Freedman , Strategy: A History


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Lawrence Freedman quote : vida es mucho más fácil si la gente con la que uno está tratando confía en ti y es a su vez fiable, porque así nos ahorramos las molestias derivadas de contratos muy complejos y de obligaciones de ejecución o cumplimiento. Confiar en otro no necesariamente significa tener buena fe. El cálculo también entra en juego. En determinados casos puede que no haya más remedio que confiar en alguien, aunque haya indicadores que levanten sospechas, porque la alternativa de no confiar en ese alguien puede conducir con más probabilidades a un mal resultado. En otras circunstancias, con poca información, y de un modo u otro, aceptar la fiabilidad de otros puede ser casi una cuestión de fe. Por eso es por lo que el engaño se considera repugnante. Significa aprovecharse de la confianza de otro, ocultar maliciosamente tus intenciones tras una máscara de buena fe. La confianza implica aceptar que las intenciones del otro están a la vista; el engaño implica falsear esas intenciones.[29] Tan importante es la confianza que, incluso cuando se reciben constantes avisos de que se va a producir un engaño, los individuos pueden seguir negándolo durante una cantidad de tiempo sorprendente. Un embaucador puede descubrirse si se le somete a un examen intenso, y por tanto solo puede engañar a aquellos que están inclinados a aceptar su historia: las mujeres que anhelan amor o los avariciosos que buscan propuestas de enriquecimiento fácil. La investigación demostró que la gente «no es muy hábil detectando los embustes y, sin embargo, los individuos piensan que son extraordinariamente hábiles detectando las mentiras».[30] La llamada «pereza cognitiva» conduce a atajos que acaban resultando en malentendidos y errores de percepción con respecto a la gente y las situaciones, equivocándose en el análisis de los contextos, ignorando las contradicciones y aferrándose a prejuicios en cuanto a la fiabilidad de otros.[31]