" aunque el cerebro es un mecanismo maravilloso, no fue mi cerebro el que me salvó la vida aquel día, para nada. Lo que me impulsó a tomar acción en el segundo en que el paracaídas de Chuck comenzó a abrirse, fue otra parte mucha más profunda dentro de mí. Una parte que pudo moverse así de rápido porque no estaba estancada en el tiempo, como lo están el cerebro y el cuerpo. "
― Eben Alexander , Proof of Heaven: A Neurosurgeon's Journey into the Afterlife