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" Inés no escapó de ese destino macabro. Apenas cumplió los 23 años, empezó a sufrir de depresiones crónicas que la enterraban en casa de sus padres durante días enteros. Le costaba trabajo bañarse, arreglarse y salir a la calle. El mundo de afuera le parecía amenazante, difícil. Como si la estuviera esperando una jauría de bestias para devorarla. De pasar tantos días sin lavarse la boca, sus dientes se llenaron de caries y perdió los 2 colmillos y varias de las muelas traseras. Bajó de peso y dos ojeras muy marcadas le hirieron el rostro de mala manera. Las drogas que tomaba no le hacían efecto y en cambio le destrozaron el estómago. Recuerdo que una tarde, sentada en la cama de su cuarto, me dijo con una voz de ultratumba que era apenas un hilo:

-No sé qué sigues haciendo aquí, León. No entiendes que tu presencia, en lugar de reconfortarme, lo que me hace es más daño. Yo ya no tengo remedio. Me voy a morir y ya lo sé. Tú, en cambio, tienes toda la vida por delante. Así que te voy a pedir un favor: vete y no vuelvas más. Consíguete a otra novia y olvídate de mí. Hablo en serio. Si me quieres de verdad, no vuelvas más. Tu presencia es una tortura en este estado "

Mario Mendoza , La melancolía de los feos


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Mario Mendoza quote : Inés no escapó de ese destino macabro. Apenas cumplió los 23 años, empezó a sufrir de depresiones crónicas que la enterraban en casa de sus padres durante días enteros. Le costaba trabajo bañarse, arreglarse y salir a la calle. El mundo de afuera le parecía amenazante, difícil. Como si la estuviera esperando una jauría de bestias para devorarla. De pasar tantos días sin lavarse la boca, sus dientes se llenaron de caries y perdió los 2 colmillos y varias de las muelas traseras. Bajó de peso y dos ojeras muy marcadas le hirieron el rostro de mala manera. Las drogas que tomaba no le hacían efecto y en cambio le destrozaron el estómago. Recuerdo que una tarde, sentada en la cama de su cuarto, me dijo con una voz de ultratumba que era apenas un hilo: <br /><br />-No sé qué sigues haciendo aquí, León. No entiendes que tu presencia, en lugar de reconfortarme, lo que me hace es más daño. Yo ya no tengo remedio. Me voy a morir y ya lo sé. Tú, en cambio, tienes toda la vida por delante. Así que te voy a pedir un favor: vete y no vuelvas más. Consíguete a otra novia y olvídate de mí. Hablo en serio. Si me quieres de verdad, no vuelvas más. Tu presencia es una tortura en este estado