" Salió y se encontró cara a cara con dos ojos azules, casi blancos, estrellas de una galaxia perdida. Margherita, como un marinero bajo el manto nocturno del cielo, se sumergió en esos ojos y vio algo que se le asemejaba. Giulio, sorprendido por esas dos heridas verdes y melancólicas, le sostuvo la mirada el tiempo que necesita un poeta para inspirarse. Pupilas en las pupilas, experimentaron la sensación de quien se asoma a un abismo a través de una rendija y un embriagador y sagrado vértigo lo sobrecoge. Para no caer tuvieron que dejar de mirarse. "
― Alessandro D'Avenia , Cose che nessuno sa