" Corrió al agua empujada por sus últimas fuerzas y se puso a llorar sal en la sal. Le dolían los pies, las rodillas, los muslos. Le ardían de sol los hombros y la cara. Le dolían los deseos, el corazón y el pelo. ¿por qué estaba llorando? ¿no era hundirse ahí lo único que deseaba? "
― Ángeles Mastretta , Mujeres de ojos grandes