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" Dostoievski dictaba Crimen y castigo por las mañanas y El jugador por las tardes. Y no paraba de hablar y hablar. Anna Grigorievna estaba completamente cegada por la admiración: aquel hombre no escribía, sino que recitaba las frases como si fuera una historia que ya estuviera escrita en su cabeza. Era impresionante, demoledor. Sin embargo, el escritor tenía momentos de duda. —No sé si está quedando bien, si se entiende —dijo una tarde tras dictar durante varias horas unos pensamientos de Raskólnikov, el protagonista de Crimen y castigo, en donde se le describía completamente consumido por los remordimientos. —Sí, se entiende —se atrevió a decir Anna Grigorievna—, pero da mucha pena. Dostoievski la miró. —La vida, a veces, da mucha pena —comentó el escritor, y se quedó observando el contorno de facciones suaves de la joven taquígrafa de veinte años—. A veces no —añadió el escritor; y Anna Grigorievna bajó la mirada, pero no pudo evitar sonrojarse. "

Santiago Posteguillo , La noche en que Frankenstein leyó el Quijote + La sangre de los libros (pack)


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Santiago Posteguillo quote : Dostoievski dictaba Crimen y castigo por las mañanas y El jugador por las tardes. Y no paraba de hablar y hablar. Anna Grigorievna estaba completamente cegada por la admiración: aquel hombre no escribía, sino que recitaba las frases como si fuera una historia que ya estuviera escrita en su cabeza. Era impresionante, demoledor. Sin embargo, el escritor tenía momentos de duda. —No sé si está quedando bien, si se entiende —dijo una tarde tras dictar durante varias horas unos pensamientos de Raskólnikov, el protagonista de Crimen y castigo, en donde se le describía completamente consumido por los remordimientos. —Sí, se entiende —se atrevió a decir Anna Grigorievna—, pero da mucha pena. Dostoievski la miró. —La vida, a veces, da mucha pena —comentó el escritor, y se quedó observando el contorno de facciones suaves de la joven taquígrafa de veinte años—. A veces no —añadió el escritor; y Anna Grigorievna bajó la mirada, pero no pudo evitar sonrojarse.