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" Hay un proverbio budista. Un granjero pierde su valioso caballo. Su vecino va a visitarlo para compadecerse por su mala suerte, pero el granjero se encoge de hombros: quién sabe si perderlo ha sido mala suerte o no. Al día siguiente, el caballo regresa. Con él vienen doce caballos salvajes. El vecino le felicita por la excelente noticia, pero el granjero se encoge de hombros. Poco después, el hijo del granjero se cae de uno de esos caballos salvajes mientras lo está adiestrando. Se rompe una pierna. El vecino le transmite sus condolencias. El granjero se encoge de hombros. Quién sabe. El país se declara en guerra y el ejército acude al pueblo para reclutar a todos los jóvenes disponibles. El hijo del granjero queda exento debido a su pierna rota. Qué maravilla, dice el vecino. Y, de nuevo, el granjero se encoge de hombros. Quizá. "

Maria Konnikova , The Biggest Bluff: How I Learned to Pay Attention, Master Myself, and Win


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Maria Konnikova quote : Hay un proverbio budista. Un granjero pierde su valioso caballo. Su vecino va a visitarlo para compadecerse por su mala suerte, pero el granjero se encoge de hombros: quién sabe si perderlo ha sido mala suerte o no. Al día siguiente, el caballo regresa. Con él vienen doce caballos salvajes. El vecino le felicita por la excelente noticia, pero el granjero se encoge de hombros. Poco después, el hijo del granjero se cae de uno de esos caballos salvajes mientras lo está adiestrando. Se rompe una pierna. El vecino le transmite sus condolencias. El granjero se encoge de hombros. Quién sabe. El país se declara en guerra y el ejército acude al pueblo para reclutar a todos los jóvenes disponibles. El hijo del granjero queda exento debido a su pierna rota. Qué maravilla, dice el vecino. Y, de nuevo, el granjero se encoge de hombros. Quizá.