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" El apóstol Pablo sabía bien que el corazón de la vida cristiana es establecer un conocimiento íntimo de Cristo. Por eso afirmó: «Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor» (Fil. 3:8). Ésa era su pasión y su «meta» (v. 14).
¿Qué eran «todas las cosas» que consideraba como pérdida? Eran las credenciales máximas de la religión que consideraba las obras como modo de salvación, a la que Pablo sirvió antes de conocer a Cristo. El había sido «circundado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos: en cuanto a la ley, fariseo: en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia: en cuanto a ]ajusticia que es en la ley, irreprensible» (vv. 5, 6). De acuerdo a la sabiduría religiosa convencional de su tiempo, Pablo seguía los rituales correctos, era miembro de la raza y tribu correctas, se sujetaba a las tradiciones correctas, servía a la religión correcta con la debida y correcta medida de intensidad, y obedecía la correcta ley con santurrón celo.
Pero un día, cuando viajaba en persecución de más cristianos, Pablo se encontró con Jesucristo (Hechos 9). Pablo vio a Cristo en toda su gloria y majestad y se dio cuenta de que todo lo que consideraba de valor no valía nada. Por eso declara: «Pero cuantas cosas era para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo... y lo tengo por basura, para ganar a Cristo» (vv. 7, 8). En la mente de Pablo, sus ventajas se habían convertido en desventajas, hasta tal punto de que las consideraba basura. ¿Por qué'? Porque no eran capaces de producir lo que él creía que podían: no podían producir virtud, poder, ni perseverancia. Y tampoco podían conducirlo a la vida eterna o a la gloria. Por eso, Pablo entregó todo su tesoro religioso a cambio del tesoro de conocer a Cristo profunda e íntimamente.
Ésa es la esencia de la salvación: el cambio de algo que no tiene valor, por algo valioso. Jesús ilustró el cambio de este modo: «El
reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró» (Mt. 13:44-46). Esos dos hombres hallaron algo de mucho más valor que cualquier cosa que poseían. Para ellos, la decisión fue fácil: vender todo lo que creían que tenía valor a cambio de lo que era en verdad valioso. "

John F. MacArthur Jr. , Power of Integrity


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John F. MacArthur Jr. quote : El apóstol Pablo sabía bien que el corazón de la vida cristiana es establecer un conocimiento íntimo de Cristo. Por eso afirmó: «Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor» (Fil. 3:8). Ésa era su pasión y su «meta» (v. 14).<br />¿Qué eran «todas las cosas» que consideraba como pérdida? Eran las credenciales máximas de la religión que consideraba las obras como modo de salvación, a la que Pablo sirvió antes de conocer a Cristo. El había sido «circundado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos: en cuanto a la ley, fariseo: en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia: en cuanto a ]ajusticia que es en la ley, irreprensible» (vv. 5, 6). De acuerdo a la sabiduría religiosa convencional de su tiempo, Pablo seguía los rituales correctos, era miembro de la raza y tribu correctas, se sujetaba a las tradiciones correctas, servía a la religión correcta con la debida y correcta medida de intensidad, y obedecía la correcta ley con santurrón celo.<br />Pero un día, cuando viajaba en persecución de más cristianos, Pablo se encontró con Jesucristo (Hechos 9). Pablo vio a Cristo en toda su gloria y majestad y se dio cuenta de que todo lo que consideraba de valor no valía nada. Por eso declara: «Pero cuantas cosas era para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo... y lo tengo por basura, para ganar a Cristo» (vv. 7, 8). En la mente de Pablo, sus ventajas se habían convertido en desventajas, hasta tal punto de que las consideraba basura. ¿Por qué'? Porque no eran capaces de producir lo que él creía que podían: no podían producir virtud, poder, ni perseverancia. Y tampoco podían conducirlo a la vida eterna o a la gloria. Por eso, Pablo entregó todo su tesoro religioso a cambio del tesoro de conocer a Cristo profunda e íntimamente.<br />Ésa es la esencia de la salvación: el cambio de algo que no tiene valor, por algo valioso. Jesús ilustró el cambio de este modo: «El<br />reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró» (Mt. 13:44-46). Esos dos hombres hallaron algo de mucho más valor que cualquier cosa que poseían. Para ellos, la decisión fue fácil: vender todo lo que creían que tenía valor a cambio de lo que era en verdad valioso.