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" —No creo que usted haya estado alguna vez en el Radch. No creo que conozca a muchos radchaais personalmente o que los conozca bien. Usted lo analiza todo desde el exterior y lo único que ve es conformismo y lavados de cerebro. Filas y filas de soldados idénticos con armaduras plateadas, sin voluntad ni mente propias. Es verdad que incluso el radchaai más humilde se considera infinitamente superior a cualquier no ciudadano. Lo que las personas como Seivarden piensan de ellas mismas es insoportable. —Strigan resopló sarcástica—. Pero son personas y tienen opiniones diferentes sobre las distintas cuestiones.
—Sí, pero sus opiniones no tienen valor. Anaander Mianaai establece cómo tienen que ser las cosas y así es como son.
Yo estaba convencida de que esta cuestión era más complicada de lo que ella creía.
—Sí, pero esto no hace más que aumentar la frustración que sienten. ¡Imagíneselo! Imagínese lo que es que el propósito de su vida sea conquistar otros mundos y expandir el espacio radchaai. Lo único que usted percibe es muerte y destrucción a una escala inimaginable, pero lo que ven los radchaais es la expansión de la civilización, la expansión de la justicia y la corrección y un beneficio para todo el universo. La muerte y la destrucción son los efectos secundarios e inevitables de este bien único y supremo.
—La verdad es que no estoy muy de acuerdo con ese punto de vista.
—Y yo no le pido que lo haga. Solo le pido que se detenga y observe durante un instante. Imagínese que no solo su vida, sino también las vidas de todos los de su casa y las de sus antepasados durante mil años o más han servido a ese fin, a esa idea. Es la voluntad de Amaat. Dios lo desea. El universo mismo lo desea. Entonces, un día, alguien le dice que estaba equivocada y, a partir de entonces, su vida nunca vuelve a ser como la había imaginado.
—Esto le sucede a la gente continuamente —repuso Strigan mientras se levantaba de la silla—. Con la diferencia de que la mayoría de nosotros no nos engañamos diciéndonos que nuestro destino es extraordinario.
—Esa diferencia es significativa —señalé yo. "

Ann Leckie , Ancillary Justice (Imperial Radch, #1)


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Ann Leckie quote : —No creo que usted haya estado alguna vez en el Radch. No creo que conozca a muchos radchaais personalmente o que los conozca bien. Usted lo analiza todo desde el exterior y lo único que ve es conformismo y lavados de cerebro. Filas y filas de soldados idénticos con armaduras plateadas, sin voluntad ni mente propias. Es verdad que incluso el radchaai más humilde se considera infinitamente superior a cualquier no ciudadano. Lo que las personas como Seivarden piensan de ellas mismas es insoportable. —Strigan resopló sarcástica—. Pero son personas y tienen opiniones diferentes sobre las distintas cuestiones.<br />—Sí, pero sus opiniones no tienen valor. Anaander Mianaai establece cómo tienen que ser las cosas y así es como son.<br />Yo estaba convencida de que esta cuestión era más complicada de lo que ella creía.<br />—Sí, pero esto no hace más que aumentar la frustración que sienten. ¡Imagíneselo! Imagínese lo que es que el propósito de su vida sea conquistar otros mundos y expandir el espacio radchaai. Lo único que usted percibe es muerte y destrucción a una escala inimaginable, pero lo que ven los radchaais es la expansión de la civilización, la expansión de la justicia y la corrección y un beneficio para todo el universo. La muerte y la destrucción son los efectos secundarios e inevitables de este bien único y supremo.<br />—La verdad es que no estoy muy de acuerdo con ese punto de vista.<br />—Y yo no le pido que lo haga. Solo le pido que se detenga y observe durante un instante. Imagínese que no solo su vida, sino también las vidas de todos los de su casa y las de sus antepasados durante mil años o más han servido a ese fin, a esa idea. Es la voluntad de Amaat. Dios lo desea. El universo mismo lo desea. Entonces, un día, alguien le dice que estaba equivocada y, a partir de entonces, su vida nunca vuelve a ser como la había imaginado.<br />—Esto le sucede a la gente continuamente —repuso Strigan mientras se levantaba de la silla—. Con la diferencia de que la mayoría de nosotros no nos engañamos diciéndonos que nuestro destino es extraordinario.<br />—Esa diferencia es significativa —señalé yo.