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" No es a los amigos a quien juzgo, más a la función que tácitamente nos atribuimos y consentimos en ella de vigilarnos, de emplear una solicitud que al otro quizá no convenga, pero cuya falta nos censurará si no la exhibimos, de usar de la presencia y de la ausencia, y de que nos quejemos de una o de otra, o no, según la conveniencia más exigente de la parte de nuestra vida en la que el amigo no tiene lugar. A causa de esta mala conciencia (...) una reunión de amigos se parece a lo que sería un encuentro de almas gemelas: han abandonado todo lo que no se puede compartir entre los presentes, todos se empobrecen o disminuyen de lo que son (en lo malo y en lo bueno) para ser lo que de ellos se espera. Por esa razón, quien mucho quiere conservar las amistades, vive sobresaltado con el temor de perderlas y en todo momento se ajusta a ellas como la pupila que obedece a la luz que recibe. Pero el esfuerzo que hacen los grupos de amigos para ese ajuste (...) no puede durar más que la capacidad de cada uno para mantener (hacia arriba o hacia abajo) su propia personalidad en el diapasón común adoptado. Buen acuerdo es, pues, no prolongar demasiado las reuniones, para que no se alcance el punto de ruptura. "

José Saramago , Manual of Painting and Calligraphy


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José Saramago quote : No es a los amigos a quien juzgo, más a la función que tácitamente nos atribuimos y consentimos en ella de vigilarnos, de emplear una solicitud que al otro quizá no convenga, pero cuya falta nos censurará si no la exhibimos, de usar de la presencia y de la ausencia, y de que nos quejemos de una o de otra, o no, según la conveniencia más exigente de la parte de nuestra vida en la que el amigo no tiene lugar. A causa de esta mala conciencia (...) una reunión de amigos se parece a lo que sería un encuentro de almas gemelas: han abandonado todo lo que no se puede compartir entre los presentes, todos se empobrecen o disminuyen de lo que son (en lo malo y en lo bueno) para ser lo que de ellos se espera. Por esa razón, quien mucho quiere conservar las amistades, vive sobresaltado con el temor de perderlas y en todo momento se ajusta a ellas como la pupila que obedece a la luz que recibe. Pero el esfuerzo que hacen los grupos de amigos para ese ajuste (...) no puede durar más que la capacidad de cada uno para mantener (hacia arriba o hacia abajo) su propia personalidad en el diapasón común adoptado. Buen acuerdo es, pues, no prolongar demasiado las reuniones, para que no se alcance el punto de ruptura.