" Hablaban de todas las cosas del mundo, le parecía ahora; eran demasiado tolerantes para reírse de los demás; le habían enseñado, aunque era solo una niña, a veneraar la belleza. ¿Que había de belo en ese sofocante salón londinense?
- ¡Oh, pobres flores! - exclamó.
Porque había un par de claveles pisoteados, porque los pétalos de las flores estaban arrugados y mustios. POr sus sentimientos hacia las flores eran casi excesivos. Su madre las adoraba; desde niña le habían enseñado que dañar una flor era dañar lo más exquisito de la naturaleza. "
― Virginia Woolf , Mrs. Dalloway's Party: A Short Story Sequence