Home > Author > Gabriel García Márquez >

" Ella insistió en que se fueran juntos de inmediato porque el desayuno estaba servido. 'Era una insistencia rara - me dijo Cristo Bedoya -. Tanto, que a veces he pensado que Margot ya sabiá que lo iban a matar y quería esconderlo en tu casa.' Sin embargo, Santiago Nasar la convenció de que se adelantara mientras él se ponía la ropa de montar, pues tenía que estar temprano en El Divino Rostro para castrar terneros. Se despidió de ella con la misma señal de la mano con que se había despedido de su madre, y se alejó hacia la plaza llevando del brazo a Cristo Bedoya. Fue la última vez que lo vio.

Muchos de los que estaban en el puerto sabían que a Santiago Nasar lo iban a matar. Don Lázaro Aponte, coronel de academia en uso de buen retiro y alcalde municipal desde hacía once años, le hizo un saludo con los dedos. 'Yo tenía mis razones muy reales para creer que ya no corría ningún peligro', me dijo. El padre Carmen Amador tampoco se preocupó. 'Cuando lo vi sano y salvo pensé que todo había sido un infundio', me dijo. Nadie se preguntó siquiera si Santiago Nasar estaba prevendio, porque a todos les pareció imposible que no lo estuviera. "

Gabriel García Márquez , Chronicle of a Death Foretold


Image for Quotes

Gabriel García Márquez quote : Ella insistió en que se fueran juntos de inmediato porque el desayuno estaba servido. 'Era una insistencia rara - me dijo Cristo Bedoya -. Tanto, que a veces he pensado que Margot ya sabiá que lo iban a matar y quería esconderlo en tu casa.' Sin embargo, Santiago Nasar la convenció de que se adelantara mientras él se ponía la ropa de montar, pues tenía que estar temprano en <i>El Divino Rostro</i> para castrar terneros. Se despidió de ella con la misma señal de la mano con que se había despedido de su madre, y se alejó hacia la plaza llevando del brazo a Cristo Bedoya. Fue la última vez que lo vio.<br /><br />Muchos de los que estaban en el puerto sabían que a Santiago Nasar lo iban a matar. Don Lázaro Aponte, coronel de academia en uso de buen retiro y alcalde municipal desde hacía once años, le hizo un saludo con los dedos. 'Yo tenía mis razones muy reales para creer que ya no corría ningún peligro', me dijo. El padre Carmen Amador tampoco se preocupó. 'Cuando lo vi sano y salvo pensé que todo había sido un infundio', me dijo. Nadie se preguntó siquiera si Santiago Nasar estaba prevendio, porque a todos les pareció imposible que no lo estuviera.