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" En la cúspide, la verdadera política y la verdadera estrategia se confunden. La maniobra que atrae un aliado al campo de batalla es tan eficiente como la que gana una gran batalla. La maniobra que conquista un punto estratégico importante puede ser de menos valor que la que aplaca o intimida a un país neutral peligroso. Al principio de la guerra padecimos la carencia de una cámara de compensación común donde estos diferentes valores relativos pudieran ser establecidos e intercambiados. Una simple conferencia prolongada, entre los jefes aliados, civiles y militares, en enero de 1915, podría habernos evitado desgracias incalculables. No todo puede ser tratado por correspondencia. Las personas dirigentes debían haber llegado a reunirse para concertar planes en común, en vez de que los aliados siguieran cada uno su propia marcha de la que informaban más o menos a los otros; los ejércitos y las marinas de cada país vivían un ambiente separado. El problema de la guerra, que es común, se enfocaba desde puntos de vista distintos, desconectados entre sí. La guerra, que no sabía nada de las rígidas divisiones entre los aliados franceses, británicos y rusos, entre tierra, mar y aire, entre las victorias y las alianzas, entre los aprovisionamientos y los combatientes, entre la propaganda y el maquinismo, la guerra, repetimos, que no es más que la suma de todas las fuerzas y acciones operantes en un determinado período, fue hecha pedazos. Y fueron necesarios años de enseñanza cruel antes de que se acordaran unificaciones, aunque imperfectas, de estudio, doctrina, mando y acción. "

Winston S. Churchill , The World Crisis, 1911-1918


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Winston S. Churchill quote : En la cúspide, la verdadera política y la verdadera estrategia se confunden. La maniobra que atrae un aliado al campo de batalla es tan eficiente como la que gana una gran batalla. La maniobra que conquista un punto estratégico importante puede ser de menos valor que la que aplaca o intimida a un país neutral peligroso. Al principio de la guerra padecimos la carencia de una cámara de compensación común donde estos diferentes valores relativos pudieran ser establecidos e intercambiados. Una simple conferencia prolongada, entre los jefes aliados, civiles y militares, en enero de 1915, podría habernos evitado desgracias incalculables. No todo puede ser tratado por correspondencia. Las personas dirigentes debían haber llegado a reunirse para concertar planes en común, en vez de que los aliados siguieran cada uno su propia marcha de la que informaban más o menos a los otros; los ejércitos y las marinas de cada país vivían un ambiente separado. El problema de la guerra, que es común, se enfocaba desde puntos de vista distintos, desconectados entre sí. La guerra, que no sabía nada de las rígidas divisiones entre los aliados franceses, británicos y rusos, entre tierra, mar y aire, entre las victorias y las alianzas, entre los aprovisionamientos y los combatientes, entre la propaganda y el maquinismo, la guerra, repetimos, que no es más que la suma de todas las fuerzas y acciones operantes en un determinado período, fue hecha pedazos. Y fueron necesarios años de enseñanza cruel antes de que se acordaran unificaciones, aunque imperfectas, de estudio, doctrina, mando y acción.